El Ministerio británico de Asuntos Exteriores recomendó ayer a la población de su país que no viaje a Bahréin, salvo causa de fuerza mayor, y en Barcelona, donde se entrenan las escuderías de Fórmula 1, la advertencia cayó como una llamada tribal. Empezó a propagarse por el paddock de Montmeló el pálpito de que el gran premio de apertura no se celebrará este año. «Como director de equipo, mi única preocupación es la seguridad de mi gente —dijo el director técnico de Renault, Eric Boullier—. Ahora me preocupa que si la FIA o la FOM deciden que tenemos que ir a correr allí, voy a necesitar algunas garantías de que, obviamente, la seguridad está garantizada para los empleados del equipo».
La mayoría de las escuderías tienen su sede en Inglaterra y el anuncio del ministro de Exteriores da el aspecto de ser una respuesta definitiva a las dudas que todavía plantea Bernie Ecclestone sobre si acudir o no a la isla del golfo, con la revuelta social y los tanques en la calle. «Ahora mismo, Bahréin es un peligro», expresó Boullier.
Mientras se mantiene la incógnita, los ensayos de Montmeló —podrían ser los últimos, ya que estaban previstos más en Bahréin la próxima semana— decretan el dominio de los Red Bull.
El campeón del mundo, Sebastian Vettel, rodó seis décimas más rápido que Fernando Alonso (tercero con el Ferrari) y dos más que Jaime Alguersuari (segundo con el Toro Rosso) en una demostración de que el coche campeón sigue en la misma onda.
El Ferrari de Alonso, que había mostrado una notable fiabilidad en las anteriores pruebas de pretemporada (Valencia y Jerez), se paró ayer por primera vez. Un problema eléctrico del F150th retuvo un par de horas al ovetense en el garaje. «Mejor tener los problemas ahora que no durante una carrera del Mundial», sentenció el astur.






