Apretadísima su agenda, repleta de actos y compromisos para contentar a patrocinadores y aficionados que se cuelan entre reuniones y sesiones interminables de trabajo, Fernando Alonso echa la cuenta a la espera de que empiece el showy no sabe realmente dónde está en la parrilla, tan típico el secretismo en el mundo de los coches. Descartado Bahréin por la revuelta que tiene a los tanques en la calle, el Mundial empieza en Australia el 27 de marzo y hasta entonces se hablará día sí, día también de las evoluciones de unos y otros, a vueltas con el Kers o el alerón móvil como si alguien tuviera la respuesta a todas las incógnitas. «No tenemos referencias de cómo están los demás este año», dice el piloto asturiano, que ni siquiera se atreve a evaluar al Ferrari. «¿Contentos? Sí. ¿Fiable? Sí. Ahora falta ver si somos rápidos en el estreno de Australia», contesta.
Habla Fernando Alonso en una comida exprés organizada por el Banco Santander con la Prensa española porque el reloj le aprieta después de competir contra los periodistas en una carrera de karts, completita la mañana porque antes se enfundó el guante y se puso a jugar a golf con Emilio Botín. Enamorado del ciclismo, futbolista con buen gusto, autodidacta del esquí y compositor de canciones con el ordenador en sus ratos libres, ahora le ha dado por los hierros y dicen los que le han visto jugar que no lo hace nada mal para llevar tan poco en la materia, resuelto con una «X» en la quiniela, según el mismo piloto, su pulso con el banquero.
A vueltas con los 110 kilómetros, disconforme con la medida porque «hay mejores soluciones para ahorrar consumo», Alonso mira a sus rivales y no se atreve a descartar a nadie, aunque hay favoritos por derecho propio. «Los pilotos de Red Bull, McLaren o Ferrari somos los más respetados, pero haces dos o tres carreras malas y se olvidan de ti. Por eso hay que empezar bien en Australia», señaló, generoso una vez más en su elogio a Michael Schumacher por el pasado del alemán. Al mismo tiempo, confesó que Kubica, uno de los pilotos con quien mejor se lleva de la parrilla, está «con fuerza y con ganas de volver» a la competición este mismo curso.
Hamilton y Dennis
De puntillas se pasó por la última polémica que le salpica a raíz de la biografía no autorizada de Bernie Ecclestone, en la que se cuenta que el español habría ejercido en 2007 de agente doble en McLaren al servicio de Flavio Briatore, su jefe en Renault y al que le une algo más que una relación profesional. En el texto también se asegura que trató de sabotear a Lewis Hamilton y chantajear a Ron Dennis, pues, según se narra en el libro de Tom Bower, pidió a su jefe que echasen menos combustible en el monoplaza de su compañero para que no pudiera terminar alguna de las carreras del Mundial.