Un mes más —y ya van tres—, la escalada del precio del petróleo ha dado un acelerón a la inflación, en alarmante ascensión. El Índice de Precios al Consumo (IPC) subió tres décimas en febrero y la tasa interanual se sitúa ya en el 3,6%, la más alta desde noviembre de 2008, según el dato adelantado —el revisado se dará a conocer el 11 de marzo— publicado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Tanto para el ente público como para el Gobierno es consecuencia de ese repunte del crudo y por consiguiente del incremento de los precios de los carburantes, pero también de los alimentos y las bebidas no alcohólicas. Esto es, de los componentes más volátiles del indicador.
Quizá por eso, y aunque dijo que es «un dato que no ayuda», Rodríguez Zapatero aseguró ayer que la previsión del Ejecutivo es que los precios comiencen a bajar a partir de marzo. Ese era también el pronóstico que hacían todos los analistas a principios de año. Por ejemplo, la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), que situó el pico de la inflación en febrero, en un 3,5%, una vez se registrasen las subidas de la luz (+9,8%) y el gas (+4%), así como las nuevas tarifas del transporte público, aprobadas en 2010.
«Pero era bajo la hipótesis de que el precio del petróleo no siguiese subiendo; y subió más de lo previsto», explica Ángel Laborda, director de conyuntura económica de Funcas. Así, que esa previsión se cumpla dependerá de la senda que tome a partir de ahora el precio del barril de crudo, que viene moviéndose al alza desde mediados del pasado año y que en el último mes se ha disparado a raíz de la situación de inestabilidad política en todo el Magreb, sobre todo en Libia.
El barril de Brent —referente en Europa— se ha encarecido un 12% desde que estallasen los enfrentamientos entre el régimen de Muamar Gadafi y sus opositores. «Todo va a depender del petróleo», señala Laborda, quien estima que el IPC podría retroceder un poco a partir de marzo si el precio del barril se mantiene en 110 dólares.
«Es algo temporal y seguimos relativamente tranquilos sobre su evolución en el resto del año, especialmente en la segunda mitad», señala José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi y que también se ha visto «sorprendido» por la evolución de los carburantes. Sin embargo, Campuzano se pregunta si esta subida de los precios ha estado motivada únicamente por el incremento del precio del crudo o si también han tenido algo que ver las subidas de impuestos antes mencionadas y de los precios administrados. «Es evidente que es un segundo factor y que hay que vigilar», recomienda. Y en este sentido califica de «preocupante» que las empresas no puedan absorber esas tasas impositivas más altas. «Al contrario, están trasladando ese importe al precio final, al consumidor», dice.
El Euríbor, disparado
Por si fuese poco, el Euríbor a doce meses cerró febrero también en forma de mazazo a los bolsillos de los hogares. El indicador, el más utilizado para el cálculo de las hipotecas, acabó el mes en el 1,714%, la tasa media más alta desde mayo de 2009. O lo que es lo mismo: una hipoteca media de 150.000 euros, contratada en febrero de 2010 a 25 años y un diferencial del 0,25%, se encarecerá casi 35 euros mensuales y algo más de 400 al año. Lo que supone el séptimo mes consecutivo de hipotecas más caras.
Además, los analistas prevén que el Euríbor continúe su escalada hasta que el Banco Central Europeo (BCE) suba los tipos de interés —en el 1% desde mayo de 2009—, algo que no se esperaba al menos hasta finales de año. Sin embargo, los mismos expertos no descartan que adelante esa decisión a la vista de la situación en Libia en particular y en el norte de África en general, y de su efecto primero sobre el precio del crudo y por último sobre el IPC a nivel europeo.
De hecho, la inflación aumentó en la Eurozona una décima al cierre de enero, elevándose hasta el 2,3%, según el dato revisado y definitivo publicado ayer por el Eurostat, la oficina de estadística comunitaria. De esta forma, la tasa media de la eurozona supera ya en tres décimas el objetivo que se había marcado el BCE. Aunque lo más preocupante es la diferencia entre países —desde Irlanda (0,2%) a Estonia (5,1%)—, lo que acentúa la Europa de dos velocidades y lastra la recuperación económica. Por no hablar del diferencial de precios entre España y el resto de socios, mal histórico.







