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Raúl, el sempiterno apetito del «7»

A sus 33 años, y tras más de 16 en la elite, Raúl sigue acumulando retos. El último, ganar la Copa en Alemania

Día 05/03/2011 - 09.16h

«Si me hubiese quedado en Madrid, habría jugado, y mucho». Así se despedía Raúl González Blanco hace unos meses del Real Madrid. Con la confianza en sí mismo intacta y la moral por bandera. Convencido de sus posibilidades. Con la seguridad y el aplomo que le llevaron a ser el jugador más importante de la última década en el Real Madrid, sin «ser un diez en nada, pero un ocho en todo», como afirmó Johan Cruyff.

Raúl se marchó el pasado verano a Alemania como un emigrante del siglo XXI, en busca retos con los que alimentar su alma de ganador. El club alemán se los ofrecía y el mal arranque del equipo le permitió convertirse en el líder de un vestuario que no tardó en reconocerle como tal. «Raúl siempre aparece en los partidos importantes y no solo está haciendo goles, sino que siempre está apoyando al equipo y eso es importante para nosotros», reconoce Farfán, que ha encontrado en el español a su mejor aliado en la delantera. A su compatriota Jurado, lo que le sorprende son las ganas y la ilusión que el «7» pone en cada encuentro a pesar de llevar tantos años jugando al más alto nivel. «Aprendemos de él todos los días. Tiene mucha experiencia y jugar con él es mucho más fácil». Palabras de elogio que surgen incluso de la boca de sus rivales. «Siempre que nos enfrentábamos en España, siempre, me hizo goles. Hay mejores delanteros, pero Raúl siempre acaba jugando y marcando», aseguraba Van Gaal antes de medirse a él en la Bundesliga. Entonces, se quedó sin marcar, pero meses después, su profecía ha tenido respuesta en las semifinales de la Copa de Alemania, en las que un gol del ex madridista ha dejado fuera al Bayern y, de paso, al técnico holandés en la cuerda floja.

Un técnico en el campo

A la hora de hablar del futuro, Raúl nunca ha descartado acabar ocupando un sitio en el banquillo. Así le ve Jorge Valdano, su descubridor en el Real Madrid, y así actúa sobre el terreno de juego. Felix Magath, su técnico en el Schalke, ha encontrado en el madrileño al mejor hombre para transmitir sus órdenes dentro del campo. No lleva el brazalete de capitán, ese honor está reservado para el portero Neuer, pero ejerce las funciones. Hay cosas que no se olvidan.

«Impresiona ver a un jugador con el palmarés de Raúl entrenándose como si fuera un juvenil. Es un ganador nato y un ejemplo para el resto. Es un mito del fútbol y los compañeros le han reconocido enseguida como un líder», señalaba Magath pocos días después de tener al «7» a sus órdenes. Quince goles y varios partidos después, esa impresión es aún más positiva.

La ciudad maldita

Tras 16 años en la elite, y a pesar de haber visitado Múnich en seis ocasiones, Raúl nunca había conseguido ganar allí. Cinco derrotas y un empate, en los que el delantero siempre se había quedado sin marcar. Sólo en una de esas seis ocasiones, el viaje de vuelta tuvo sabor a victoria. La derrota por la mínima (2-1) con gol de Anelka que dio el pase a la final de 2000, en la que el Real Madrid levantó su octava Copa de Europa.

El miércoles fue diferente. Con la camiseta azul del Schalke, Raúl se vistió de héroe. Marcó el tanto del triunfo, el que dejaba fuera de la final al vigente campeón y máximo favorito, y lideró la resistencia ante el acoso bávaro. Con el fin del partido, explotó. Como si fuera su primera final. El título que siempre se le resistió en España, el que rozó con la yema de los dedos en Montjuic y en el «Centenariazo», está al alcance de la mano. 90 minutos. Si lo consigue, habrá más. Su apetito es eterno.

La Copa, el título que se le resiste

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