En Santander, la cuna de Munitis (lo que sería Messi, si jugara en el Madrid), Ronaldo no jugó ayer por imprudencia de Mourinho, pues lo alinea mucho. Así que, si Kaká tampoco jugó ayer, también será imprudencia de Mourinho, que lo alinea poco.
Kaká se nos va quedando igual de pálido, triste y macilento que Chopin (¡asistencias de Kaká y polonesas de Chopin!), a quien la Dudevant, enamorada, llamaba «mon cher cadavre». ¡Y pensar que a Calderón lo echaron por no haberlo podido fichar!
Con la Liga perdida a manos del equipo de Roures & Moneybox Brothers, podía esperarse que Mourinho se reservara esta competición inútil para recuperar a Kaká. Cuando Goicoechea dejó cojo a Schuster, Udo Lattek decidió jugar todos los días con nueve y el renco, que nunca se recuperó. Pero es que Schuster, cojo, era mejor que Kaká entero.
Y a este Kaká de hoy, que roba como Romario y que distribuye como Dunga, no lo quiere ni Brasil, que no lo ha convocado. El Madrid, al menos, le ofrece cariño, eso que nunca le ofreció a Del Bosque, según las últimas manifestaciones del marqués, muy resentido. Pero si Berlusconi acabara comprando la Ser con el dinero de Kaká, alguien tendría que comerse el marrón, y todos los números los tiene… Mourinho, que, de paso, necesitará de una buena coartada para el caso de la lumbalgia de Guardiola, dolencia que impide al «sans-culotte» de Sampedor, ahora que vienen los partidos patrióticos, atacar a voz en cuello «Els segadors», con lo cual viene a quedarse en el segador en reposo de Van Gogh.
Le preguntaban a Warren Buffet, el hombre más rico del mundo, si existía la lucha de clases, y respondió: «Sí, y la vamos ganando nosotros». En España el tipo de la lucha de clases es Roures. Y quieren que Mourinho le pise el poncho.
