Cuentan por el pelotón que subyace la misma pugna de siempre. La UCI y los organizadores de las tres grandes —Tour, Vuelta y Giro— siguen a la greña por el poder del ciclismo. Y que por esa interminable gresca, que desemboca unas veces en sanciones, otras en vetos y otras en exclusiones, se producen paradojas. Una serie de confluencias se han dado para que el Giro de Italia haya adquirido este año (7 al 29 de mayo) un valor extra. Su nómina de participantes nada tiene que envidiar al Tour.
Contador irá al Giro porque no puede programar su temporada más allá de los plazos que marca su caso y la posible apelación al TAS por parte de la UCI o el AMA. El Geox, nueva formación patrocinada por la marca de zapatos, fue recusado por el Tour en su lista de invitados pese a disponer de un ganador de la Grand Boucle (Carlos Sastre, 2008) y del tercer clasificado del año pasado que además ganó una Vuelta (Menchov). El último vencedor de la ronda española, Nibali, también se ha decantado por la carrera de su país. Y la misma suerte probarán dos de los mejores ciclistas del momento, que han dado el salto de calidad y ejercen como jefes de sus equipos: Igor Antón en el Euskaltel y el fabuloso checo Roman Kreuziger en el Astana.
En este contexto, sólo faltan los hermanos Schlek con su nuevo grupo, el Leopard, para cerrar una participación de nivel sideral.
Josean Fernández Matxín, el director español del Geox, aún rumia la decepción del Tour y ha acelerado la preparación de su equipo para acudir al Giro: «El ciclismo es el único deporte en el que no manda el que paga. Es difícil explicar a un patrocinador nuevo esa recusación del Tour. Pero ya nos hemos centrado en el Giro, que este año tiene más nivel que nunca».






