La amenaza de huelga de los sindicatos de AENA es lo más parecido a un chantaje, una huelga de nunca acabar, un abuso manifiesto. ¿Qué perjuicios padecen los empleados de AENA? El derecho de huelga es inequívoco, constitucional; pero no es un derecho ilimitado o sin causa. La huelga es el último recurso tras un agravio y una negociación, e incluso una mediación. Más aún en huelgas que afectan a servicios públicos esenciales, que apenas tienen alternativa o sustitución.
La estrategia sindical con una amenaza de veinte días de huelga, elegidos al tres bolillo, a lo largo de un trimestre, para hacer más daño y causar más alarma, es impresentable, ofensiva. Y tanto o más que la otra parte, los gestores de AENA y del Ministerio de Fomento se deshagan en explicaciones, manos tendidas y ofertas extenuantes para evitar tamaño desafío.
Es tal despropósito la amenaza sindical que no merece la pena atenderla, porque se está poniendo de moda para conseguir algo subir la apuesta, crear estados de necesidad que propician el síndrome de Estocolmo de agradecer que no se materialice la amenaza.
El derecho de los ciudadanos a servicios públicos eficaces antecede al derecho de algunos colectivos con situación de privilegio a ejercer la huelga como arma de presión. La respuesta correcta a la desmesura de estos sindicatos desaforados es suspender la negociación, dejarlos a su suerte y ordenar con tino la prevalencia de los derechos. Y si hace falta una ley para clarificar, hágase que tiempo hay.
