Ya lo había apreciado el genial Arnold Palmer en las jornadas precedentes: el Tiger Woods que llegaba a Bay Hill para tratar de ganar el torneo por séptima vez era otro. tanto, que el veterano organizador del Invitational auguró que el otrora dominador del golf mundial estaba listo para recuperar de nuevo el podio.
Vistas las dos primeras rondas del californiano, no hay por qué dudar del comentario. En la inicial del jueves se fue por encima del par lastrado por su juego corto, pero ayer ya volvió a ser el de antes (68). De modo que pegó un salto espectacular en la clasificación que le llevó a ocupar los puestos de arriba, empatado con Sergio García (-3). «Este año he realizado cambios muy drásticos en mi “swing” de la mano de mi nuevo entrenador Sean Foyle -comentó el Tigre- pero lo que más he mejorado ha sido mi juego en el “green”. He pensado mucho en los consejos que me daba mi padre cuando entrenábamos juntos y los estoy llevando de nuevo a la práctica».
En efecto, hace cinco años, antes de morir su progenitor, Woods podía encadenar varias semanas de excelencia con el «putter» y eso es lo que quiere recuperar. «Mi padre conocía perfectamente mi toque de bola y lo practicábamos juntos; en los últimos años, cuando ya no estaba, lo dejé de practicar con la misma intensidad y eso lo he notado. Por eso ahora he retomado sus antiguas enseñanzas, el material y los modelos de antaño para dejar de flaquear ahí. Sé que llevará un tiempo, pero siento que voy por el buen camino. Estoy teniendo muy buenas sensaciones, que me recuerdan lo que es estar cerca del triunfo». Palabra de Tiger.







