Jaime Alguersuari aterrizó en la Fórmula 1 con el cartel de piloto más joven de la historia, un sambenito que hizo muy cuesta arriba sus primeros pasos como piloto oficial de Toro Rosso. Un año y medio después, pasea por el paddock con el aplomo de un veterano. Veinte meses de cursillo acelerado en los que el español ha recibido más codazos que caricias. Golpes bajos, de esos que abundan en el circo de la F1. Un mundo plagado de envidias e intrigas, en el que es preferible que nadie asome la cabeza por encima del resto si es que no quiere perderla.
Jaime ha aprendido con las zancadillas, y en este arranque de temporada, con 21 años recién cumplidos, puede presumir de haber disputado ya 27 grandes premios y de acumular más de 30.000 kilómetros sobre un fórmula 1. «Es curioso, pero siempre he sido mayor y al mismo tiempo sigo siendo un niño. Siempre he sido el más joven en todas las competiciones en las que he participado. Desde que me subí a un kart con 8 años, han pasado trece años sin darme cuenta, en los que se han confundido la niñez, la adolescencia y la madurez», dice el barcelonés.
De aquel chaval que se subió al Toro Rosso en Hungaroring 2009 poco ha cambiado. Mantiene ese aire de insolencia necesario para sobrevivir entre tiburones y la bicicleta sigue siendo su compañera inseparable de entrenamiento, incluso cuando está bajo la tutela de Helmut Marko, director de la escuela de jóvenes pilotos de Red Bull. Con él aprendió a convivir con la presión. La férrea disciplina con la que funciona la fábrica de talentos del equipo austríaco modeló su carácter y le permitió afrontar con tranquilidad situaciones límites.
Es el estilo Red Bull, el que se atreve a comparar con el del Barcelona. «Red Bull es como el Barça. Construye sus pilotos y confía en ellos desde los 15 años, los forma y los hace campeones del mundo —como ocurrió con Vettel hace sólo unos meses—. Un control total sobre la elección de los talentos y de su formación», señaló el catalán hace unas semanas, en plena pretemporada con el equipo. «Ferrari, en cambio, es como el Real Madrid. Siempre compra en el mercado lo más caro y, por supuesto, jugadores hechos. Confía poco en los jóvenes y en ningún caso le da una oportunidad de competir en el primer equipo a alguien que no tenga ninguna experiencia previa en la F-1. Mi caso hubiera sido impensable en Ferrari».
Lejos de los circuitos, la música es su refugio preferido. Encerrado en su estudio de grabación, frente a la mesa de mezclas y los platos, es feliz. Es el único sitio que le reporta la misma satisfacción que el olor a asfalto y gasolina. Las discotecas se lo rifan durante sus vacaciones y él asegura que pinchar le relaja y que aumenta su rendimiento en las carreras. Toda ayuda es poca, porque este año no valen las excusas y le van a exigir resultados, algo que, por otra parte, no le preocupa en exceso. «No soy adivino, pero el mejor Jaime, desde que está en el mundo de los monoplazas y en especial en la F-1, arranca este fin de semana en Albert Park. Nunca fui mejor que ahora». Con la previsible salida de Webber a final de temporada, Alguersuari sabe que ese sitio en Red Bull, al lado de Vettel puede llevar su nombre y no quiere dejar pasar la oportunidad. Es su momento. Ahora o nunca.
