Están acostumbrados al lujo y al glamour, pero en el fondo los golfistas de elite son más humanos de lo que parece. Por más avances que les proporciona su estatus privilegiado (médicos y fisioterapeutas en los torneos, psicólogos y preparadores físicos en sus entrenamientos), cuando llega la primavera muchos de ellos se echan a temblar. Al igual que le sucedía a Superman con la kriptonita, el polen hace estragos entre los que sufren de alergia. Y al acercarse el Masters, que se disputa en un jardín botánico de Augusta dentro de diez días, los temores se acrecientan.
Ian Poulter, ganador de quince pruebas internacionales (entre ellas dos Ryder Cups), acaba de descubrir que sus problemas de los últimos meses venían causados por las alergias: «Llevaba tiempo con fiebre, picores en los ojos y falta de fuerzas, por lo que decidí hacerme las pruebas alérgicas y dieron todas positivas», comenta. El problema es que le afectan todos los tipos de hierbas y árboles y las próximas semanas van a ser críticas para él. Tanto dentro como fuera de los campos de golf. «El Masters es una cita importantísima, pero no sé si podré aguantarlo. Tomo antihistamísicos, me doy gotas en los ojos y me pondré inyecciones cuando se acerque la fecha; pero en Augusta hay todo tipo de pólenes y será muy duro. Cuando llegas a primera hora el parabrisas del coche se pone blanco, así que por muchas precauciones que tome, lo pasaré mal».
Más experiencia en estos asuntos que el número 15 mundial tiene Santi Luna. El golfista madrileño lleva tres décadas de profesional y tiene su problema muy asumido: «Como estamos siempre cambiando de país y continente vamos viendo florecer las especies constantemente, por lo que las molestias no se circunscriben sólo a la primavera, sino que duran todo el año». Uno tras otro. Toda la vida así, o sea que ya está resignado: «Lo he probado todo y ya no quiero nada más. Hay gente que se vacuna, que viaja con medicación, que toma productos homeopáticos... pero a mí lo que más me ha funcionado es la reflexología. A veces pincharme los pies me alivia, pero no siempre funciona».
Nadie está libre de esta lacra. El propio Tiger Woods la sufre, aunque al tener un calendario muy reducido disputa menos torneos bajo de defensas. Además, es contrario a medicarse. Lo que hace es tener todo su entorno limpio con purificadores de aire por doquier.







