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Mourinho, a su llegada a Bilbao
Los madridistas vizcaínos lo demostraron con sinceridad. A cara descubierta. "Somos del Real Madrid de toda la vida y a mucha honra", decía Izaskun, una chica de Algorta que llevaba una camiseta de Di María. (Sábado, 18.00 horas)
Begoña, con una camisola de Xabi Alonso, ligaba la tierra con los colores de sus amores. Trescientos cincuenta incondicionales ofrecieron a la expedición madrileña un recibimiento magnífico nada más aterrizar. Similar a los que el equipo vive cuando viaja a Barcelona.
Un homenaje que otros cien merengues continuaron a la llegada del equipo al hotel. Los gritos de ánimo hicieron que los jugadores se olvidaran de las medidas de seguridad y se acercaran al público para firmar autógrafos y hacerse fotos con decenas de forofos.
La ilusión de estos aficionados, que llevaban horas tomando posiciones para vivir unos minutos con sus ídolos, merecía la respuesta de los futbolistas. Arbeloa fue el jugador que más atendió al público. Tanto, que fue el último en subir al autobús, rodeado de coches por todas partes que hacían fotos a sus iconos por todos los flancos.
Carvalho y Cristiano Ronaldo fueron otros de los profesionales que hicieron felices a niños y mayores con sus firmas de fotos y camisetas a los hinchas. Pancartas con el texto de "podemous" eran el fiel reflejo del sentimiento de los simpatizantes del club. Daban un reconocimiento a Mourinho y animaban a su equipo con un palabra de aliento para ganarlo todo en un mes fundamental.
