La llegada de Mourinho, la amenaza de parón de los clubes contra el partido en abierto finalmente enterrada por una juez... Páginas para el anuario de una temporada que también quedará para el recuerdo como aquella en la que el fútbol español quedó definitivamente roto en dos. Real Madrid y Barcelona frente al resto, incapaces de hacer sombra a dos colosos en una carrera de fondo como es la Liga, donde los de Guardiola han cobrado cómoda ventaja aunque las espadas siguen en alto a la espera del cara a cara del sábado 16 en el Santiago Bernabéu. Será sólo el primero de los cuatro enfrentamientos directos que sus aficiones podrán disfrutar (...o sufrir) en menos de veinte días. Atracón de clásicos nunca visto en espacio de tiempo tan reducido. La gloria o el fracaso en tres competiciones en manos del máximo rival porque este año el morbo de la Liga tiene continuidad en la Copa del Rey y la Liga de Campeones. Máximo reto para blancos y azulgranas.
Los aficionados marcan siempre en rojo la fecha de los clásicos. Partidos del año, en ocasiones llegados también a ser calificados «del siglo», los Real Madrid-Barcelona no dejan indiferente a nadie que le guste el fútbol y, si en disputa hay un título, la temperatura se dispara. En 2011 los termómetros batirán récords porque en solo 18 días (del 16 de abril al 3 de mayo) ambos equipos se jugarán mano a mano la temporada en tres frentes diferentes, algo inédito hasta la fecha. El pleno garantiza un hueco en la historia, el fiasco podría desembocar en terremoto.
Sin respiro
La primera batalla está anunciada para las diez de la noche del próximo sábado 16 en el Santiago Bernabéu, donde el Madrid está obligado a recortar la actual diferencia de puntos (ocho después del último tropiezo ante el Sporting) para impedir que el Barça deje sentenciado definitivamente el campeonato. Pase lo que pase no habrá tiempo para celebraciones o lamentaciones porque 96 horas más tarde tendrán que volver a enfrentarse en Valencia con el título de Copa en liza.
Después de que ambos terminaran el campeonato 2009-2010 en el umbral de los cien puntos, la bipolaridad de la Liga se ha extendido este año también a la Copa del Rey, donde el resto de equipos tampoco ha encontrado el refugio del éxito. A Mourinho y Guardiola les espera Mestalla, escenario en el que, después de 21 años, blancos y azulgranas volverán a jugarse el trofeo en la última carta. Este estadio ya acogió, el 5 de abril de 1990, la última final en la que coincidieron Real Madrid y Barcelona, que abrió de nuevo sus vitrinas al imponerse por 2-0.
Este incontestable dominio doméstico tiene también réplica al otro lado de los Pirineos. Encauzadas con goleadas sus respectivas eliminatorias de cuartos, todo apunta a que el morbo de los clásicos tendrá prolongación en la Liga de Campeones, donde las bolas del bombo han citado a madridistas y barcelonistas (con permiso de Tottenham y Shakthar) en las semifinales, fijadas para el 27 de abril y el 3 de mayo. «Será un reto enorme jugarnos el pase a la final ante el Real Madrid», aseguraba ayer el defensa azulgrana Maxwell.
Recuperar lesionados
A la espera del primer desafío, la prioridad para ambos clubes es recuperar a los tocados para afrontar en las mejores condiciones la serie de batallas al todo o nada que se avecina. A lo largo de la temporada, Guardiola ha repartido más los minutos entre su plantilla, pero las bajas en defensa de Puyol y Abidal son su gran preocupación. La rodilla del capitán no termina de mejorar y el francés se recupera de su operación en el hígado. El tiempo corre en su contra para llegar a esta triple cita histórica.







