El consumo de alcohol entre adolescentes se ha convertido en una lacra a la que pretende plantar cara el Gobierno. Los chavales comienzan a beber alcohol a edades cada vez más tempranas, entre los doce y trece años. Por eso, la delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Nuria Espí, anunció ayer que el Ejecutivo adelantará las campañas de prevención sobre este tipo de consumo a la enseñanza primaria. «Hay que empezar a concienciar sobre pautas saludables a los niños de nueve y diez años», indicó a ABC.
«No estamos en una situación de alarma —explicó—, pero hemos notado que se empieza a beber alcohol antes y tenemos que parar esta situación, porque este consumo tan temprano puede generar muchos problemas en niños que están en pleno crecimiento, en su desarrollo cognitivo». Para combatir tan grave perspectiva, el Gobierno se plantea trabajar en varios frentes. Por un lado, con campañas de refuerzo a las familias a través de las grandes federaciones de asociaciones de padres.
Pero también hay que combatir fenómenos hasta ahora muy recientes en nuestra sociedad. Luchar contra el botellón es una de las tareas pendientes. «Es una competencia municipal. Hemos comprobado que con medidas coercitivas se desconvocan los botellones, pero los chavales se van luego al aparcamiento de una discoteca o meten el alcohol en un coche y se plantan a beber en medio de una calle», afirma Espí. Sin embargo, hay herramientas para erradicar estas grandes fiestas. «La Policía Local —dice— tiene mecanismos para sancionar a un menor que consuma alcohol en la vía pública igual que si fuma un porro. Puede multarle, y si no paga la multa tiene que acudir a un curso de prevención», añade.
El cumplimiento de las leyes autonómicas que prohíben la venta de alcohol a menores de dieciocho años (dieciséis en Asturias) es otro ámbito en el que hacer hincapié. Pero todo pasa por un acuerdo y un consenso con las comunidades, «una de las prioridades» para concretar esta lucha contra el alcohol y las drogas.
Donde también se dirigen los esfuerzos es hacia el sector de la hostelería. «En estos momentos, estamos negociando una campaña conjunta con la Federación Española de Hostelería (Fehr) y los locales de ocio para formar a sus profesionales y plantear pautas de consumo responsable. Por ejemplo, no es normal que en un bar sea más barata una cerveza que una botella de agua, o que no haya agua en un local. Se trata de que los locales de ocio se conviertan en áreas saludables», señala la delegada. En todo caso, el cumplimiento del acuerdo será de «carácter voluntario» para los hosteleros.
Espí recordó que se estudian diversas iniciativas en la lucha contra el alcohol. Por ejemplo, la Comisión Mixta para el Estudio del Problema de las Drogas en el Senado ha planteado que se incluya en el etiquetado de las bebidas, y en lugar perfectamente visible, la prohibición de que los menores consuman alcohol.
Las borracheras
Desde luego, los datos resultan más que preocupantes a la luz de la última Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas entre Estudiantes de Enseñanza Secundarias de 2008. Entonces ya se advertía que uno de cada cuatro chicos se emborrachaba todos los fines de semana. Pero suman más los que se cogen un atracón de alcohol con menos frecuencia, pues casi un tercio de ellos (29 por ciento) reconoce que ha estado ebrio alguna vez en el último mes.
Y no son ingestas suaves. Por el contrario los chavales tienen un gran gusto por los combinados de alta graduación. En sus empachos pueden llegar a tomar hasta cinco o más copas de una sola vez y en menos de dos horas. Lo peor es que muchos de ellos reconoce que «tras la borrachera lamentan comportamientos violentos e incluso relaciones sexuales que no habrían mantenido de estar serenos», concluye Espí. El alcohol, además, es el compañero de todas las drogas.






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