Apenas unos días después de que anunciase su intención de presentarse a la reelección el año que viene, Barack Obama ha tenido que inclinarse ante la oposición parlamentaria en un pacto de última hora que le obliga a hacer un recorte sin precedentes en el gasto público. La proverbial capacidad de compromiso que existe en estos casos en la política norteamericana ha impedido que la Administración quedase paralizada, pero eso no significa que el presidente haya ganado ninguna batalla. En lo que queda de legislatura, Obama puede esperar nuevos pulsos como este que pondrán de manifiesto su debilidad política.






