Recordar la estupenda y perturbadora «nouvelle» Los duelistas de Joseph Conrad, ante el póker de partidos Madrid-Barça que se nos viene encima sería obvio. Porque estos encuentros están en la órbita de la galaxia interestelar y en el espacio «más allá de la constelación de Orión y cerca de la puerta de Tanhausser» (como el replicante le confiesa a Harrison Ford en Blade Runner). La expectación, según lleguemos a las semifinales de Champions, adquirirá dimensiones universales. Son partidos que se verán en Asia, América, África. Así es el bendito fútbol. Un disparate maravilloso.
Sin embargo, la opinión que circula respecto al partido de hoy es engañosa, porque es clave para uno de los dos: el Madrid. Una victoria rompería la racha de las dos últimas temporadas, rearmaría la moral de los chicos y haría vibrar al Bernabéu, no digamos si el triunfo es por más de dos goles. El Barça sale tocado y el Madrid hacia el cielo.
Guardiola es posible que reserve gente hoy, pero Mourinho, no. Está en el Bernabéu, vibrante, y las ganas madridistas de ver cómo los culés besan la lona. La lógica advierte que ninguno ganará los cuatro partidos, pero visto como van las cosas ¿quién cree ya en la lógica? Las sofisticadas estrategias, las vaporosas tácticas las dejamos para los expertos. Aunque al fútbol le ocurre lo mismo que a la política, el cine o la literatura: cada uno tiene su alineación; cada uno posee la clave del enigma. Madrid y Barça están ante La tormenta perfecta (Petersen), porque aquí ninguno vencerá a los puntos. El que gane será por KO, ni siquiera técnico. Es el problema de llegar tan alto que Más dura será la caída(Robson). Es el precio que pagan los héroes ante la Historia. La épica ya ni siquiera son los western como pensó Borges, el fútbol ha recogido el testigo. Para lo bueno (que es mucho) y para lo malo (que es lo suyo). Pero no hay vuelta atrás, porque las naves están quemadas. Y la fiesta y la tragedia comienzan esta noche.