El entorno no sabía lo que era perder una final en esta gloriosa etapa del barcelonismo. Contaba Pep Guadiola con un seis de seis inmaculado hasta que Cristiano Ronaldo saltó más que nadie y destrozó un hechizo que convertía al equipo en algo casi invencible. Guardiola tomó la delantera y felicitó al Madrid antes que nadie mientras el vestuario, herido porque desde la eliminación contra el Inter de Milán del pasado curso no vivía algo similar, recelaba de las formas blancas en la ejecución de la idea futbolística: «Ellos lo tienen más fácil porque juegan a esperarnos atrás y salir al contraataque, están a la expectativa de lo que hagamos», lamentó Xavi, voz autorizada. «Pero nos gusta jugar de esta manera y seguiremos haciéndolo. Quedan las dos mejores competiciones en juego», añadió.
El Jueves Santo se consumió con apatía en Barcelona y predomina el mensaje del entrenador. «Nos levantaremos», proclamó al termino de la final, y como lo dice él y sus jugadores tienen crédito para rato, la gente se lo cree a pies juntillas. Ayer, después de una noche triste, sin charanga ni champán en el hotel Westin de Valencia, el Barça regresó al mediodía y 400 aficionados aguardaban en el Camp Nou para recordar a sus héroes que seguirán siéndolo.
Se avecinan las semifinales de la Copa de Europa y se entiende esa eliminatoria como un duelo para devolver el golpe porque el que se llevaron en la Copa duele mucho. Dos clásicos jugados y dos por disputar, pero tremendamente reforzado el conjunto blanco después de su monumental noche en Mestalla. El Barça, que descansó y vuelve esta misma tarde al trabajo, ya está avisado.
En formas y apariencias, y después de una batalla ardiente en el campo, el comportamiento de los jugadores en el reparto de elogios fue correctísimo, aunque perdura el debate. «Fuimos fieles. Quisimos jugar y atacar como nos gusta», sostuvo ayer Andoni Zubizarreta, encargado de poner voz al barcelonismo en la jornada después de la derrota. «El buen fútbol no es tener sólo una gran posesión del balón», recuerda Mourinho, que se niega a pensar que únicamente valga una puesta en escena para triunfar.
La del Barcelona no va a cambiar por nada del mundo y si de algo está orgullosa la parroquia es del cómo. Fue tema de tertulia en todos los rincones de la ciudad y de ahí que irrite tanto la victoria del planteamiento del técnico portugués, antagonista del azulgrana por naturaleza. Como las opiniones son libres, el Barça se encargó de asegurar que el título que realmente importa es la Liga por delante cualquier otro.
Adriano, cuatro semanas
Sí, un mal jueves, pero todavía peor cuando se supo que Adriano estará cuatro semanas de baja por una rotura fibrilar en la pierna derecha y se despide de la temporada salvo que el Barcelona llegue a la final de Wembley (28 de mayo). Un contratiempo más para la defensa, ya de por sí castigada. Turno para Maxwell.
De las derrotas se aprende, proclama el Camp Nou, pero cuesta digerir un tropiezo y más si es con el Real Madrid de José Mourinho como enemigo, un rival que traspasa los límites y con el que se citan ahora con el paisaje de la Champions de fondo. «Tenemos que rearmarnos, organizarnos, recuperarnos y poner los cinco sentidos en el Osasuna», recordó Zubizarreta. Mañana ya hay Liga.






