Por más que Pep Guardiola busque en el armario, no encuentra un lateral zurdo natural para el enésimo Madrid-Barcelona del curso, ambientado esta vez con la música de la Champions en una semifinal que se presenta apasionante. El mal fario se ceba sobre esa banda, mermada ya de por sí la defensa de una plantilla que se antojaba corta a principio de temporada, y se alarma el personal porque el Madrid ya no tiene complejos. Guardiola maquina soluciones.
El caso es que de los 19 jugadores de la primera plantilla que comenzaron el año (luego llegó Afellay en el mercado de invierno), tres cumplían para la función de lateral izquierdo. Se reforzó el equipo con Adriano, jugador polivalente que vale para casi todo, y respondió bien el brasileño hasta que en la final de Mestalla se arrodilló, víctima de una lesión muscular que le deja fuera durante cuatro semanas. Era titular porque le había ganado la posición a Maxwell mientras Abidal actuaba como parche de central por la enigmática ausencia de Puyol, un remedio provisional que le funcionó con buen resultado al Barcelona.
Llegó entonces la enfermedad de Abidal, tema tabú del que apenas se habla, y los azulgrana se apañaron retrasando unas veces a Busquets y otras, como en la final copera, a Mascherano, mucho más resolutivos que un central puro como Milito. Hasta nueve futbolistas han actuado en el centro de la zaga durante la campaña, casi siempre con Piqué como fijo porque lo ha jugado todo salvo en contadas ocasiones.
Media hora de charla
Y ahora, del tirón, caen Adriano y Maxwell, descartados ambos para el euroclásico de mañana. Con este panorama, Guardiola llamó ayer a siete del filial —Thiago, Montoya y Sergi Roberto entraron en la convocatoria— para compensar las ausencias en defensa durante la sesión de trabajo. Carles Puyol, supuestamente el más indicado para jugar el duelo del Santiago Bernabéu junto a Alves, Mascherano y Piqué en el flanco izquierdo, se ejercitó con normalidad junto al resto de compañeros. Es el mejor remedio a la maldición.
El entrenamiento se retrasó ayer media hora porque Guardiola, del que ahora se cuestionan las formas, dio una profunda charla a su gente. Lo quiere tener todo controlado.






