Para mí es la gran poeta de «Orígenes», la revista fundada por Lezama Lima que acrisoló lo mejor de las letras cubanas del medio siglo. Pero Fina García Marruz siempre ha estado a la sombra de su marido y también poeta Cintio Vitier.
Los conocí a ambos en los respectivos viajes que hicieron a España en los años noventa. Les vi en la Residencia de Estudiantes y les traté mucho, hasta les organicé fiestas y encuentros con gentes muy distintas, desde poetas jóvenes hasta grandes y viejos amigos como el gran colaborador de ABC del exilio cubano Gastón Baquero. Con él guardaron mucho cariño a través de los años, a pesar de las diferencias ideológicas notorias y sustanciales.
Me interesaba la obra de ambos, de siempre, como los más notables representantes de «Orígenes», junto a Eliseo Diego. Pronto les invité a participar en nuestra editorial (Pre-Textos). Fina no decía nunca que no, pero argumentaba que la voz más importante era la de su marido. Acabé haciendo hasta cuatro libros de Cintio Vitier antes de convencerla a ella, y el libro de Fina García Marruz sólo llegó casi veinte años después, de la mano de Milena Rodríguez, que ha preparado su antología de 2010. Milena es una gran conocedora de la poesía contemporánea cubana además del grupo Orígenes.
Para mí Fina García Marruz es, junto a Ida Vitale, es la escritora más importante de nuestra lengua. Es de las voces poéticas femeninas más singulares de nuestro tiempo. Y hay una cosa de Fina que me gusta especialmente y es la claridad, porque la claridad es la cortesía del poeta. Ella es transparente. Me llama la atención que hasta su poesía comprometida es una poesía altísima, nada simple. Fina es tan grande que en todos los órganos que toca acierta, como un gran músico.
Y no olvidemos que es una excelente ensayista, como su marido, y una poeta casi secreta, por haber vivido bajo el umbral de la figura de Cintio Vitier y otros nombres de «Orígenes». Su voz es auténtica y clara, esas son dos de sus grandes virtudes. Tanto en términos políticos como líricos.
