M. JUSTO, L. M. ONTOSO
LONDRES, MADRID
Primera escala en el «road show» del ministro de Fomento, José Blanco, para promocionar la vivienda española. Enfrente, 27 entidades e intermediarios —entre los que resonaban los nombres de JP Morgan, Goldman Sachs y KPMG— a los que convencer de las bondades y el futuro del malogrado sector inmobiliario español. El mayor reclamo para despertar el apetito de los potenciales inversores: el precio a la baja de la vivienda, que, según el Ejecutivo, se ha recortado en más del 20% e, incluso, un 40% en algunas ciudades de la costa. «Tras el estallido de la burbuja ya se ha producido la mayor parte del ajuste», contexto que hace de España «un escenario propicio para la inversión inmobiliaria», indicó en su intervención.
Blanco destacó que Londres es el punto de partida obvio de la gira, dado que cerca de 850.000 británicos residen en España. Ante la posición de algunos analistas, como S&P, que apuntan a un descenso real de los precios «bastante modesto», del 13%, Blanco respondió que el desplome del 20% se corresponde con el promedio y que se debe tener en cuenta que se trata de una oferta «heterogénea».
La agencia de calificación, en un informe, se mostró pesimista frente a la evolución del sector, al que auguró una «larga» penitencia. «Los precios no registrarán fuertes caídas entre los próximos 12 o 18 meses mientras las ventas se recuperan lentamente».
Una industria petrificada Mientras tanto, en nuestro país la crisis del ladrillo continúa asfixiando a las compañías del sector y a las auxiliares. Según el dato difundido ayer por la Asociación Nacional Española de Fabricantes de Hormigón Preparado (Anefhop), el sector sumó su cuarto año consecutivo de caídas al registrar una producción de 39 millones de toneladas en 2010, un 20% menos que en 2009.







