El euro cayó el jueves frente a la divisa americana, perdiendo los 1,46 dólares. La moneda única se resentía así del discurso ambiguo de Jean Claude Trichet al anunciar que el Banco Central Europeo mantendrá los tipos para la eurozona en el 1,25%, y del desplome generalizado de las materias primas por la estampida de los inversores ante los temores a una lenta recuperación de la economía mundial. El viernes esa depreciación continuaba, pero a un ritmo más sosegado. Incluso logró estabilizarse. Hasta que a media tarde bajó de los 1,435 dólares (-1,26%). El motivo: las dudas sobre el futuro de Grecia, alimentadas por un rumor procedente de Alemania según el cual el país heleno estaría meditando abandonar la moneda única.
Hacia las seis de la tarde, el semanario alemán «Der Spiegel» publicó en su edición digital que Atenas estaría pensando en reintroducir el dracma como única opción de salida de su particular crisis. Citando a fuentes no identificadas del Ejecutivo de Angela Merkel, la publicación incluía en su información todo lujo de detalles: que para tratar el asunto, la Comisión Europea habría convocado para la noche de este viernes y en Luxemburgo a los ministros de Finanzas de la zona euro a una reunión de crisis «muy confidencial».
Rápidamente, la Unión Europea —a través de un portavoz del presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Jüncker— y distintos Gobiernos europeos —entre ellos, Francia, España, Alemania, y la propia Grecia— fueron desmintiendo la noticia. Pero esta ya ha corrido corrido como la pólvora en los mercados, muy desconfiados por la situación de solvencia de Atenas y su futuro, que podría pasar por una reestructuración de su deuda. Con estas, el euro, que esta semana llegó a rozar los 1,50 dólares, ha cedido aún más terreno frente al «billete verde».







