Conocidas las medidas impuestas por las autoridades europeas y mundiales para que Portugal pueda recibir una ayuda de 78.000 millones de euros, los portugueses echan ya cuentas de lo que estos ajustes van a representar para sus bolsillos. Saben que lo que viene por delante es muy duro pero inevitable y se agarran a la idea de que todo el esfuerzo que se les pida no será en vano. «Es fantástica la disponibilidad de los portugueses ante esta adversidad», destaca el economista João Esteves Cantigas. Y es que no pasa desapercibida la actitud valiente que los ciudadanos del país vecino están adoptando ante los sacrificios que el Gobierno planea; incluso siendo conscientes de que el Ejecutivo es uno de los culpables de haber llegado a esta situación.
Los salarios de los funcionarios se congelarán hasta 2013 y se limitarán los nuevos contratos para lograr una reducción de personal del 1% anual en la administración central y del 2% en la local y la regional entre 2012 y 2014. «En 2003 ya congelaron los sueldos superiores a mil euros», dice Lino Craveiro, funcionario desde hace 34 años, quien recuerda que además en 2010 «se redujo el número de funcionarios en 20.000». Cree que muchas de las reformas anunciadas ahora «ya las intentó llevar a cabo el primer Gobierno de Sócrates, pero se encontró con muchos obstáculos y no se hicieron». Por eso la ayuda externa, dice, es «bienvenida y las imposiciones se aceptan mejor».
El programa acordado entre Lisboa y la troika (FMI, BCE y Comisión Europa) tras varias semanas de negociaciones es muy amplio y abarca todos los campos. Sanidad será uno de los más perjudicados: la Unión Europea exige un recorte del gasto sanitario de 550 millones en dos años. Se van a reducir en un 10% anual las horas extras de los médicos y los contribuyentes podrán deducir menos con los gastos relacionados con la salud. Los hospitales tendrán menos recursos. «Afectará a los pacientes», advierte el médico Rui Domigos.
Tampoco la educación tiene un futuro prometedor. Si el sistema educativo portugués tiene ya muchas deficiencias, éstas aumentarán con el recorte de cerca de 200 millones que se plantea. «La calidad de la enseñanza va a empeorar», aventura la profesora Maria José Vasconcelos, quien avisa que las familias tendrán menos posibilidades de optar por la enseñanza privada ante la falta de recursos.
Subida del paro
Portugal tiene una tasa de paro del 11,1%, cifra récord para un país que siempre ha tenido porcentajes muy bajos de desempleo. Se espera que llegue al 13% en 2013. Por si fuese poco, el tiempo de la prestación a los parados se reducirá de tres años a 18 meses con un importe máximo de 1.048,05 euros en lugar de los 1.257 actuales. Además, la indemnización por despido pasará de 30 a 20 días. Muchos jóvenes optan por irse al extranjero; en los últimos diez años ya emigraron 700.000 portugueses. «La mentalidad de los jóvenes a partir de ahora va a ser muy diferente», dice Susana Marques, periodista. Trabaja como autónoma, pero confía en que de la crisis «surjan oportunidades».
Los jubilados no lo tienen tan claro. Tendrán que hacer más sacrificios porque se reducirán las pensiones superiores a 1.500 euros y el resto se congelarán en 2012, excepto las más bajas. «Vamos a sufrir mucho», asegura el jubilado Manuel Valera. ¿Una reforma del sistema de pensiones? «Es difícil porque quien puede hacerlo no está interesado», lamenta.
«Las medidas van a afectar a todos», explica Alcira Lino, propietaria de un comercio de ropa en el centro lisboeta. «No son buenas para el consumo», añade, recordando una nueva subida del IVA. En Portugal todos saben que nadie se va a librar de los recortes; y aun así hay quien sigue asimilando unas medidas de las que se desconoce aún su efecto final sobre la vida de las personas.







