Feria de Abril

Feria de Abril

Sábado de lleno total en la Feria

Hoy, con los fuegos artificiales a las doce de la noche, concluye la Feria 2011, marcada por una crisis general que no ha impedido que sevillanos y forasteros disfruten de una de las fiestas con más proyección internacional de Sevilla

Día 08/05/2011 - 07.47h

Acaba hoy la Feria de abril y mayo, con coletilla de tìtulo de copla de Rafael de León, y tantas lecturas como gente la pisa en sus 450.000 metros cuadrados. Una Feria marcada por la recalcitrante crisis, con el marco de casi cinco millones de parados en el país, que ha dejado a algunos confinados en sus casas y ha traído a muchos otros a mendigar en el real. Una feria con el telón de la campaña electoral levantado, que ya salta del albero incrustado en la suela de los zapatos y en los filos de los volantes, a la intensidad de la plaza pública, una feria en la que el buen tiempo ha permitido calles llenas de sevillanos y forasteros que han querido disfrutar de una de las dos fiestas de proyección internacional de Sevilla, que ayer miraba expectante el partido de fútbol de uno de sus dos equipos —el Sevilla— contra el Real Madrid, cuyos presidentes, José María del Nido y Florentino Pérez, respectivamente, eran recibidos en la caseta municipal por el todavía alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, en las postrimerías de sus actos oficiales.

La jornada, institucionalmente, dio para poco más, pero, a rasero de público fue de lleno del real desde las tres y pico de la tarde. Como es tradicional, el penúltimo día de Feria, el recinto se llena de visitantes, tanto extranjeros como patrios. Inconfundibles en cualquier caso, que se afanaban en sacar fotografías de los interiores de las casetas particulares en la frontera de las rejas.

El día, a pesar de la lluvia mañanera, que dejó farolillos destrozados por doquier, y que dejó caer algunas gotas sin importancia por la tarde, permitió paseos agradables por el real, donde pudieron verse enganches, amazonas y caballistas vestidos a la perfección y con comportamientos cívicos ejemplares. Algo que no da para una generalización por el trato a los animales y por no ceder el paso a personas que desean cruzar de una acera a otra de la calle.

La estampa del paseo de caballos, no obstante, es una de los detalles que más plasticidad aporta a la fiesta y que más llama la atención de todos aquellos que visitan la ciudad efímera en su fiesta.

Porque en la Feria, además de los distintos miles de lecturas y vivencias de cada cual, hay espectadores y protagonistas en cuanto a que es un reclamo que atrae a foráneos ávidos de tipismos de libro, de estampas de color y de hospitalidad, que, a veces, no hallan.

Y en esa diversificación de paisaje humano que compone la población del real también se encuentran los trabajadores que ven pasar la diversión al lado sin poder incorporarse a la fiesta. Tantas ferias como personas y tiempos. Ahí se enmarcan las 24 horas de guardia de los retenes de bomberos del real, tres de ellos con seis personas y el principal, con el suboficial jefe al mando, en Ramón de Carranza, con doce. Sus horas en el real son para velar por la seguridad. El sargento Javier Pichardo Suárez lo sabe bien. En el retén cercano a la portada permanece alerta junto a sus compañeros, con el coche de agua a la puerta y la equipación básica preparada por si se produjera algún incidente, que son pocos, porque la seguridad en la Feria ha mejorado notablemente en los últimos años.

Tampoco paran los taxistas, que perciben esa crisis que aqueja al mundo, directamente en la bajada de usuarios y en la fluidez que se notaba ayer, día de lleno hasta la bandera, en los distintos accesos a la Feria, como comentaba José María Alonso, que ha estado trabajando todos los días, excepto el de obligatorio descanso, de nueve de la mañana a seis de la madrugada. Y otro servicio que no ha detenido su engranaje en toda la Feria ha sido Lipasam. Ha sorprendido agradablemente ver a cada momento cómo máquinas y trabajadores mantienen limpio y riegan el real durante todas las jornadas de la Feria. Ayer, tras los chubascos, esta labor se dejó notar en el recinto, refrescado en todo momento para solaz de paseantes y personas reunidas para fumar a las puertas de las casetas, la mayoría llenas de gente saboreando las últimas horas de la Feria, a la que algunos, como aquellos personajes del siglo XIX de Alejandro Pérez Lugín, en «La Virgen del Rocío ya entró en Triana», se trasladan a vivir de mañana a madrugada. Son los «jartibles» de la Feria, los que reciben de buen agrado a sus amistades en las casetas, adornadas casi como casas particulares.

En esas aristas de vida feriante, en muy distintas condiciones, se encuentras esos vendedores semiambulantes que instalan sus puestecillos precarios en las calles del real, como Manuela y José, en Juan Belmonte. Claveles, botellitas de agua —a un euro— y un manojo de trompetas —a dos euros—para que el niño y la niña se unan a los que llevan las cañas «rajás» y se haga ese ensordecedor batiburrillo de cascabeles de caballos, ruidos humanos y sevillanas mezcladas mientras la Toñi y la Malena bailan y las margaritas sueñan. Su Feria, la de Manuela y José, del Polígono Sur, es vivir en el mínimo chamizo, donde por arte de birlibirloque se embute una cama plegable, desde el lunes del pescaíto a hoy. Se quejan. «Está siendo una Feria muy mala para nosotros. Fatal porque no podemos vender tabaco ni chucherías y me duele que los agentes me registren mis cosas personales continamente», se lamentaba Manuela, a quien buenas gentes de las casetas que hay enfrente de su puesto la dejan asearse todos los días.

El balance de esta Feria 2011 empezará a contarse a partir de hoy, tras los fuegos artificiales de las doce de la noche, para los que se ha ampliado el espacio de seguridad hasta el Puente de los Remedios, donde, a diferencia de otros años, no podrá haber nadie. Pero ayer sólo se pensaba en que quedaba poco para terminar. Gente y más gente en el real, a pesar del claro del reclamo del partido Sevilla-Real Madrid, chinas disfrazadas de Minnie vendiendo sus fruslerías, norias que servían de orientación y el caballito impertérrito de Foto Yimi esperando niños en la esquina de Joselito el Gallo empezaban a dibujar el punto final. Porque cada uno cuenta la Feria como le va.

Una tonelada de basura

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