Hace ahora un año, lo que anunció el presidente Zapatero no fue un cambio de rumbo sino un cambio de galaxia. Y para bien. Pensemos que unos meses antes, en el debate del Estado de la Nación previo a este anuncio, de lo que se discutía era sobre si debíamos darle un ordenador a todos los alumnos de secundaria, proyecto felizmente orillado por los acontecimientos posteriores. Mi impresión es que estos doce meses han servido para dos cosas: en primer lugar para volver a situar a este país en una senda reformista después de la anestesia que supusieron tantos años de bonanza. Desde la polémica del Prestige y la guerra estábamos embarcados en una placidez cómoda pero letal para nuestros intereses como país. Se han comenzado a hacer cambios, mucho menos ambiciosos de los que la situación requiere, pero cambios al fin. En segundo lugar este año, ha demostrado que la sociedad española está preparada para asumir reformas profundas de nuestro sistema de bienestar. Hemos sabido atravesar líneas rojas tan importantes como las que suponen una reforma de las pensiones. Y lo tendremos que hacer en sanidad, en educación o en las relaciones laborales si pretendemos volver a crecer de forma significativa, si no queremos que se cumplan los presagios de una generación pérdida que lanzaba hace unos días el Fondo Monetario, si en definitiva queremos, sin alarmar, explicarle a la sociedad la relevancia del momento económico que estamos viviendo.
Pablo Vázquez es director de FEDEA
