Los padres del «boy scout» Diego Amador asisten hoy esperanzados al juicio sobre la muerte de su hijo, seis años después de la tragedia. El 4 de agosto de 2005, cuando el menor tenía 13 años, falleció al sufrir un golpe de calor mientras realizaba una larga caminata con un grupo de 24 «boy scouts» y 5 monitores pertenecientes a la Asociación Luján 102 por la Sierra de Arrábida, cerca de Sesimbra, en Portugal.
Tras las investigaciones llevadas a cabo por el Ministerio Público portugués durante los dos años posteriores al suceso, la Fiscalía lusa consideró que los cuatro monitores y el director del grupo habían cometido un homicidio por imprudencia grave al no respetar «las más elementales reglas de prudencia, violando deberes objetivos y subjetivos de cuidado del menor». Según el Fiscal, la caminata estuvo mal planificada, algo que los padres apoyan desde un principio. Era un día seco y muy caluroso. Había que recorrer ocho kilómetros para llegar a la meta pero una herida en el pie, un cuadro de fiebre —que había sido tratado con Paracetamol— junto al intenso calor hicieron demasiado cuesta arriba la marcha para el adolescente.
Diego se sentía exhausto, deshidratado, y cayó desmayado. Según el relato del Fiscal, «bajo un sol intenso, los exploradores se habían perdido y ya no tenían agua». Dos monitores solicitaron ayuda desde una cantera próxima, pero durante las tareas de rescate, entró en una parada cardiorespiratoria. A las 17.48 horas, tras ser rescatado en helicóptero, el menor moría de camino al hospital «debido a un fallo multiorgánico provocado por un intenso esfuerzo físico» asociado al fuerte calor, tal y como expuso la Fiscalía.
Sus padres, que se encontraban a escasos kilómetros de los hechos, en Sesimbra, recibieron la noticia por teléfono. «Lo primero que me dijo el monitor cuando me llamó era que mi hijo había muerto por un golpe de calor y luego lo negó —comenta a ABC Enrique Amador, padre de Diego—. Ha pasado mucho tiempo, es la primera vez que nos enfrentamos a un juicio y la sensación es extraña». A pesar de ello los padres se muestran esperanzados con el funcionamiento de la justicia portuguesa.
Por otro lado, la Federación de Asociaciones de Scouts de España, mantiene su apoyo a los acusados a través de un comunicado de prensa. En él dicen, contra lo expuesto por el Fiscal, que la autopsia determinó que la causa de la muerte «resultó indeterminada». A su vez reclaman «respeto a la presunción de inocencia de los educadores». Sin embargo, la autopsia, que fue peritada y certificada por el Instituto Médico Forense de Lisboa, determinó que la causa de la muerte era un golpe de calor.
Los cinco acusados se enfrentan a penas de hasta cinco años de prisión.