¿Un profesional nace o se hace? Josep Oliu (Sabadell, 1949) nació banquero. Heredó de su padre el oficio. Pero también se hizo. A los doce años que lleva en la presidencia de Banco Sabadell, el cuarto grupo financiero español, se añade su faceta docente —es economista por la Universidad de Barcelona, doctor por la de Minnesota y catedrático por la de Oviedo—, que le han llevado a conocer las entrañas de la teoría económica. Habla con nitidez de la crisis y ofrece una receta: «Hay que aplicar recortes en los gastos de la administración, como ha hecho el gobierno catalán».
—¿Cómo afronta la segunda mitad del año?
—Preocupado por los datos macroeconómicos de los primeros tres meses. Son más débiles de lo esperado. Sólo podemos agarrarnos a la campaña turística y las exportaciones. Además, el paro sigue dramáticamente alto porque a estas alturas todavía falta flexibilidad y la disparidad entre sueldos y productividad permanece. Ahí está el quid de la cuestión. Cuanto más rápido sea el ajuste entre sueldos y productividad, antes se volverá a crear empleo.
—¿Los sueldos suben demasiado?
—Sí. Mejor dicho, no se adaptan lo suficiente a la productividad. Y esto es una desgracia para todos. Estamos en una situación de competitividad compleja y nuestro sistema solo cuenta con un mecanismo de ajuste: dos años de destrucción de empleo. Después de esos dos años, los sueldos se adaptan y la gente vuelve a encontrar empleo, pero a un nivel salarial acorde con las necesidades competitivas del país.
—¿Cómo afecta esto al sistema financiero?
—Básicamente hay dos problemas en el sistema. El primero, la ex burbuja inmobiliaria. Este es un problema que está allí, pero que está acotado y al que simplemente le falta digestión. Una vez pagado, ya está. El segundo problema es más complejo y más difícil de resolver. Se trata de la viabilidad del modelo de negocio. Estamos sumidos en un sistema en el que, como consecuencia de la prima de riesgo española, el coste del dinero se ha disparado y en el que, sin embargo, los préstamos a largo plazo tienen unos márgenes muy escasos con los que no se pueden cubrir los costes. Esto, de momento, no está teniendo un impacto muy evidente, pero si subsiste en el tiempo hará que el modelo sea insostenible.
—¿Quiere decir que la guerra de los depósitos puede dar al traste con el sistema financiero?
—Lo preocupante en este caso no es la guerra del pasivo, sino la elevada prima de riesgo de España, que es lo que está encareciendo los costes de financiación. Los depósitos se pagan al 4% porque el diferencial de riesgo de España es el Euribor más dos puntos
—¿Y qué opciones hay?
—Desde luego, prohibir que se pague más por los depósitos es ir contra la competencia, por lo tanto hay quitar esta opción del tapete.
—Solo queda tomar más reformas en la economía...
—Es la vía. En el momento en que el mercado recobre la confianza en el país, la prima bajará y volverán a ser sostenibles las cuentas de algunas cajas, que ahora tanto preocupan.
—¿Hay que hacer más, por tanto?
—No se ha hecho más que empezar. Estamos al principio del proceso de ajustes. España tiene que rebajar el déficit al 3% y eso no se hace solo con un real decreto. Hacen falta reformas profundas, como las que está tomando el gobierno catalán. Son costosas desde el punto de vista político, pero efectivas desde el económico. Y esto es lo que deben hacer todas las autonomías. Hasta la fecha sólo se han puesto en práctica medidas fáciles, ahora vienen las difíciles.
—¿Por ejemplo?
—La inversión en infraestructuras tiene que ser cero, deben recortarse los gastos de sanidad, los de las distintas administraciones y, por su puesto, todos los gastos corrientes. Hay que introducir la variable económica en todas las prestaciones sociales.
—Pero el sacrificio de los griegos parece que no ha sido suficiente... Ahora se enfrentan a un nuevo rescate.
—Sí, pero es que no hay mucha alternativa... No pueden pagar. Se hicieron los números en base a unas previsiones de evolución del PIB que ahora no se están cumpliendo. La consecuencia es que la generación de ingresos es menor a la que se había previsto. Pero hay que entender que las previsiones no son más que unos papeles, esto mismo le puede pasar a cualquiera de las cajas que ahora están pasando dificultades.
—En este escenario, ¿hay oportunidades de compra para el Sabadell?
—Miramos, pero sin intención de que nada cristalice a corto plazo. Y las operaciones que hagamos tendrán que involucrar a entidades que jueguen con las mismas reglas. Por eso, el proceso en el que están inmersas las cajas es todavía prematuro. Dejemos que hagan su camino y cuando estén recapitalizadas y tengan un valor de mercado, podremos hablar.
—Se avecinan tiempos de oportunidades. ¿Qué zona de España es más atractiva?
—El proyecto del Sabadell pasa por ir reequilibrando el peso del banco en las diferentes regiones españolas. Ahora tenemos una presencia grande en Cataluña, Asturias y Castilla y León, algo menor en Madrid y Levante, y muy pequeño en Galicia y Andalucía. Estos dos últimos son, por tanto, nuestros focos de actuación.
—¿Tiene ya fijado un calendario de actuación?
—Finales de septiembre. Es una fecha clave y, la verdad, no creo que hasta entonces haya mucha novedad en el sistema financiero español. Bueno, exceptuando la salida a Bolsa de Bankia. De la forma y del éxito de esta operación depende mucho de lo que pueda ocurrir después. Esperamos que vaya bien, por el bien de todos.








