El descalabro electoral del socialismo debe entenderse, sin duda, en clave de plebiscito a Rodríguez Zapatero. En esa dirección ya apuntaba Esperanza Aguirre el pasado viernes durante su entrevista digital en ABC: «El lunes el presidente deberá convocar elecciones generales para no prolongar esta agonía». Pero es obvio que el PSM de Tomás Gómez ha caído fulminado víctima de sus propios errores; víctima de los escándalos que le han noqueado sin atisbo de reacción política; víctima del «ridiculus» de una campaña basada en simplones carteles de películas e insidias fáciles de desmontar; y víctima, sobre todo, del proyecto de Esperanza Aguirre, basado en ocho años de gestión que han levantado un muro infranqueable para los socialistas madrileños. Su triunfo, junto a la quinta barrida consecutiva de Alberto Ruiz-Gallardón, allana el camino de Mariano Rajoy a La Moncloa.
Gómez ha dejado muchos cadáveres en el camino y ahora llega la hora de las «vendettas» en esa olla a presión que ha sido siempre el PSM. Hay quien ya lanza el dardo: «¿Y si Trinidad Jiménez hubiera sido la candidata?...».