El FMI ha dado tres semanas a los países miembros para la presentación de candidaturas a la dirección, en un proceso que desea rápido para impedir que la dimisión de Strauss-Kahn genere interinidad. Su sustituto debiera estar ya nombrado para el 30 de junio. A pesar de que las potencias emergentes han proclamado su deseo de ocupar un puesto que siempre ha estado en manos europeas, sus diferencias les están impidiendo avanzar ningún nombre con amplio respaldo. Mientras, continúa creciendo el consenso europeo en torno a la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde.
El periodo de presentación de candidaturas, abierto ayer y que concluirá el 10 de junio, ha sido anunciado por el FMI con una formulación que hace varios guiños a los países emergentes. Como éstos reclaman, existe el compromiso a que el proceso se lleve a cabo «de manera abierta, meritocrática y transparente», es decir, que se valore a quienes optan al puesto por sus méritos y no en función de los pactos que puedan establecerse bajo la mesa entre diferentes países. En la misma línea, se proclama que los apoyos a cada candidato deberían expresarse «sin preferencias geográficas».
Otra precisión que trata de contentar a países de fuera de Europa es el compromiso a que el nuevo director tenga «aprecio por la cooperación multilateral», de manera que no actúe solo de acuerdo con los intereses de la UE o de sus socios estadounidenses en el FMI (donde vienen ocupando la principal subdirección). La formalización de las candidaturas será confidencial. Si hubiera más de tres, la dirección del FMI reducirá la lista a una terna. A los tres finalistas se les invitará a acudir a Washington, sede de la institución, para defender su proyecto. El objetivo es llegar una decisión «por consenso».
Las cualidades requeridas son «una trayectoria distinguida en la formulación de políticas económicas de altas esferas», «antecedentes profesionales sobresalientes», haber «demostrado las aptitudes diplomáticas y de gestión necesarias para dirigir una institución de carácter mundial» y ser capaz de una «visión estratégica» para el FMI.
A ese perfil se ajusta bien Lagarde, que ya ha recibido los decisivos apoyos de Francia, Alemania y Reino Unido. Otros posibles candidatos europeos se consideran solo un repuesto en caso de que el nombre de Lagarde no prospere. Es el caso del ministro belga de Finanzas, Didier Reynders.
Quien sí ha dado el paso al frente ha sido el gobernador del Banco Central de México, Agustín Carstens, que fue subdirector del FMI entre 2003 y 2006. La Comunidad de Estados Independientes (la mayoría de los antiguos integrantes de la URSS) apoyan al gobernador del banco central de Kazajstán, Grigori Martchenko. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático respalda al ministro de Economía de Singapur, Tharman Shammugaratnam.
Otros nombres son los del ex ministro de Finanzas sudafricano Trevol Manuel y del indio Montek Singh Ahluwlia. También se ha destacado el perfil de Mohamed el Erian, de origen egipcio aunque largo tiempo residente en EE.UU.
