«¿Se siente el puto amo de Europa?», le preguntaron con toda intención a Pep Guardiola nada más sentarse en la sala de prensa de Wembley tras ganar la Champions. La respuesta estuvo muy alejada de lo que hubiera dicho cualquier técnico estrella: «No me siento amo de nada porque esto es una labor de conjunto. Hay mucha gente, aparte de los jugadores, técnicos y directivos, detrás de este triunfo. Yo solo soy una pequeña parte de esto». La respuesta, que también incomoda a los que le acusan de falsa modestia, tiene su razonamiento. En la previa del partido, salieron a relucir historias que hablaban de los hombres de Guardiola. Eran casi una treintena, profesionales ocultos que nunca salen a la palestra, pero que hacen que la maquinaria azulgrana funcione como la seda.
Se trata de fisios, médicos, ayudantes de entrenador, técnicos de porteros, gente de prensa, utilleros, coordinadores de secciones, ojeadores... Todo eso que tiene un club grande, pero que en ningún lado funciona como en el Barcelona.
Es todo ese equipo el que nada más acabar la final ya está trabajando (algunos incluso mucho antes) en el futuro cercano. En el seno interno del grupo técnico se han dado cuenta de que, aunque parezca mentira, cometieron algunos errores de bulto en la planificación de esta temporada, lagunas que les han podido costar caro. La principal, anunciada una y otra vez por el entorno del club, ha sido el corto número de jugadores que conformaron la plantilla. Esta escasez de profundidad de banquillo ha hecho que el equipo llegara excesivamente tocado, por las lesiones y por el cansancio, al final de temporada, cercado por la insistencia del Madrid y por el hecho de haber jugado toda la campaña con apenas 14 o 15 futbolistas.
Solo la consecución del título liguero antes de tiempo facilitó las cosas a los azulgrana, pues tuvieron días suficientes para recuperar a sus hombres y afrontar la final en plenas condiciones. Sin embargo, dejaron demasiados flecos sueltos sin necesidad.
Es algo que se quiere corregir. En ese sentido fue dirigido parte del discurso de Guardiola al terminar la final: «Esperemos que Messi no se canse ni se aburra, y para eso tenemos que seguir rodeándole de tan buenos jugadores como tiene ahora». No son palabras baldías. Puyol tiene que operarse ya y tiene una edad como para pensar que no podrá dar mucho más de sí. Xavi tiene 30 años y a este ritmo tampoco tendrá gasolina durante mucho más tiempo. La media del equipo es de 27,6 años y es hora de renovación, sobre todo en la parte de atrás, donde se ha visto con claridad que los suplentes no estaban a la altura.
Pep ha tenido que recurrir demasiadas veces al cambio de posiciones para tapar lagunas, lo que a la larga no es bueno. Afortunadamente, tanto Mascherano, Abidal o el mismo Puyol han respondido con solvencia, pero no es bueno abusar de recursos en vez de ir a alternativas naturales.
Además, el Madrid va a apretar fuerte. Lo normal es que los blancos esperen a que el Kun Agüero hable en los próximos días y muestre su gran interés por ir al Madrid. A partir de ahí, ya habrá excusa para negociar. La duda es saber cómo Gil y Florentino lo van a presentar a la opinión pública atlético. Con todo, el presidente blanco necesita ahora el fichaje para levantar el ánimo madridista tras la barrida de su eterno rival.
Adelantarse al rival
Si los blancos fichan al Kun, las cosas pueden empezar a ponerse seriamente feas para los azulgrana ya que Agüero es lo más parecido a Messi que hay hoy día en el mercado. Con él, el Madrid potenciaría su equipo, ya de por sí poderosísimo, por tres.
Así que Pep tendrá que mover alguna pieza más que Rossi para seguir manteniendo su trono. Afellay ha salido bueno, pero no es suficiente. Necesita dos centrales de enjundia, un lateral derecho que supla a Alves cuando tiene el día tonto y hombres de valía que den descanso a Xavi o Iniesta, que juegan demasiado.
