En la parte trasera de la Philippe Chatrier, un grupo numeroso de recogepelotas descansa de una manera peculiar, estirados todos como si de una acampada se tratara. La gente les fotografía porque la imagen es peculiar y también porque son parte del encanto de Roland Garros.
Se habla mucho de ellos desde ayer, cuando un chaval inquieto quiso ser más rápido que Billy. Globo defensivo de Andy Murray ante el ataque de Víctor Troicki, punto cantado para el serbio porque la bola vuela y toca el cielo, sentenciado el británico ya que ni siquiera hace el gesto de recuperar la posición. La pelota va cayendo y el niño entiende que va a quedarse en el otro lado de la pista o en la red y salta como una gacela a por ella, con tan mala suerte de que entra y sigue el juego. Troicki remata y está a punto de volarle la cabeza al chaval, que se da un susto de muerte mientras el tenista no da crédito. "Se repite el punto", dice el juez de silla, cumpliendo con lo que marca el reglamento. Y Troicki que se mosquea, discute y mira con desaire al pobre niño, medio lloroso, protagonista involuntario de la jornada. No es fácil ser recogepelotas.
Durante las dos semanas del torneo, abundan niños vestidos de verde por las calles del recinto. Se entrenan, ensayan la forma de pasarse la pelota (como si estuvieran en los bolos), estiran y corren. Todo muy profesional. Para ser recogepelotas en los Internacionales de Francia hay que tener entre doce y dieciséis años (nacidos entre 1995 y 1998), medir menos de 1,75 metros, no llevar gafas ni lentes de contacto como medida de seguridad y tener licencia de la Federación Francesa de Tenis. David Portier y Arthur Bongrand son los responsables de los 250 muchachos que trabajan de forma voluntaria en el evento, elegidos entre 2.500 que presentan su solicitud.
Para acceder, se les prepara de noviembre a enero y se les realiza dos pruebas físicas ya que se pegan varias carreras durante un partido. Los mejores, los que superan los exámenes (400), tienen un stage de febrero a abril para aprenderse al dedillo el funcionamiento y las técnicas del recogepelotas parisino. Parece sencillo, pero no lo es.
