«Cada hora que pasa, es una hora que ganamos». Eran las palabras de Francisco Ortega, sobrino de José Ortega Cano, ayer a las puertas de la UCI del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla. En la misma se encuentra ingresado, desde el pasado sábado por la noche, el matador de toros cartagenero afincado en Sevilla, tras el trágico y gravísimo accidente sufrido y en el que resultó muerto el conductor del coche contra el que colisionó el suyo.
Empero, las primeras horas de ayer hicieron que la familia volviese a contemplar, impotente, cómo las noticias no eran buenas. Sobre las diez y media de la mañana la dirección del centro hospitalario emitía un nuevo parte médico, en el que se decía que Ortega Cano «permanece estable dentro de la gravedad y con ventilación mecánica en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)». Igualmente, el parte continuaba precisando que «el paciente prosigue en su estado sedoanalgesiado y conectado a ventilación mecánica», mientras que «su situación hemodinámica sigue siendo estable dentro de la gravedad».
Mas la mañana de ayer fue agitada para el torero y también para sus familiares. A eso de las seis y media se le detectó un proceso febril —más de 38,5 grados—. Por esta razón, el equipo médico decidió hacerle más pruebas para descartar que se hubiese producido una nueva hemorragia interna. Se le volvió a transfundir más sangre, si bien, como explicaron a ABC fuentes hospitalarias, fue sobre todo «para reponer la pérdida que ha tenido desde que sucedió el accidente». Esta circunstancia alertó a los familiares. Así, Francisco Ortega, que es la persona que está informando a la prensa, precisó a este periódico que «nosotros teníamos muchas esperanzas en que hoy —por ayer—le hubiesen retirado la sedación. Es una persona muy fuerte físicamente y somos de la opinión de que cuando se le retire y esté en un estado consciente, al ver a la familia se va a venir arriba. Pero no ha podido ser así por ahora. No ha habido un retroceso —añadió— aunque tampoco ese avance que esperábamos después de que ha pasado una noche tranquila».
Remite la fiebre
Por la tarde, las pruebas realizadas al torero descartaron una nueva hemorragia interna y la fiebre, a lo largo de la jornada, fue disminuyendo hasta desaparecer. Durante la mañana de ayer se acercaron, entre otros, Rocío Carrasco, visiblemente emocionada, así como Antonio Ruiz «Espartaco», padre de Juan Antonio Ruiz, con quien mantiene una gran amistad. Francisco Ortega señalaba que la intención de su familia es ponerse en contacto con los familiares de Carlos Parra Castillo, la persona que falleció en este fatal accidente.
