En la segunda toma del caso Cesc, larguísima la espera después del «continuará» con que se despidió el pasado verano, el protagonista principal cambia de estrategia en un giro hacia la discreción, una apuesta silenciosa que dice mucho aunque no sea con palabras.
Cesc desea jugar en el Barcelona, ilusión con la que creció hasta que le camelaron desde el Arsenal cuando era un adolescente, pero se le esfumó esa posibilidad real el año pasado y esta vez no quiere excederse en su discurso, más precavido, más sigiloso: «Estoy muy contento donde estoy, el resto sería propagar especulaciones que no son verdad. Ahora mismo soy del Arsenal y estoy muy contento allí», dijo a modo de presentación durante un acto en Madrid, asumiendo sus errores del ayer: «El año pasado fue difícil, tal vez me equivoqué al posicionarme».
No habrá, de este modo, un paso al frente de Cesc, algo que esperan desde Barcelona y por lo que se le preguntará esta mañana a Sandro Rosell en una rueda de prensa en la que el presidente recuperará la voz y analizará su primer año al frente del club. Ahora bien, el centrocampista tampoco se esconde: «Mi sueño siempre ha sido poder jugar primer equipo del Barça, desde los 11 años. ¿A quién voy a engañar a estas alturas?», comentó luego ante las cámaras de TVE.
Admitió que es «frustrante» estar en un club que no gana títulos y que se queda siempre a las puertas y cedió la patata caliente a Arsene Wenger, entrenador del Arsenal: «Hace seis semanas que no hablo con él. Es él quien decide. Preguntadle por mi futuro», sentenció.
