La Biblioteca Pública de Nueva York ha comprado los archivos de Timothy Leary, el gran gurú del LSD, por 900.000 dólares (unos 635.000 euros), que en parte volverán a sus arcas como donativos para organizar la colección. Estará disponible para los investigadores y para el gran público dentro de año y medio o dos años. A partir de entonces la gran Biblia del LSD será como un libro abierto.
El psiquiatra y escritor Timothy Leary fue calificado una vez como «el hombre más peligroso de América» por Nixon. ¿Cabe mayor elogio para uno de los padres de la contracultura? Es leyenda su encuentro en 1960 con Allen Ginsberg, a quien introdujo en las drogas psicodélicas y reafirmó durante su primer mal viaje. Ginsberg dejó escrito que él estaba desnudo, mareado y al borde del más absoluto desamparo cuando Leary entró, le miró a los ojos y afirmó con seguridad: «Tú eres un gran hombre». Y de ahí al nirvana, claro.
Cuánto han cambiado las cosas desde que Leary era apresado por la Policía de narcóticos y se fugaba de la cárcel con ayuda de los chicos de la Weather Underground. Las autoridades de la biblioteca se han cubierto elegantemente las espaldas recordando que cuando Leary empezó a darle al LSD y otros alucinógenos, estas sustancias no estaban aún prohibidas por el gobierno, y por lo demás ellos no buscaban tanto colocarse como abrir las espitas de su percepción psíquica. Leary no dudaba en poner su movimiento al mismo nivel que «todas las grandes religiones». En esa clave acuñó su mítico mantra: «Turn on, tune in, drop ut» («¿Ponte las pilas—con las drogas—, sintoniza y a tu bola?»).
Por lo demás el interés cultural y sociológico no es solo indudable, es que es incalculable. Por los archivos de Leary se pasean desde Jack Kerouac hasta el actor Cary Grant e incluso C. Gordon Liddy, uno de los famosos fontaneros de Nixon que diseñó el asalto al edificio Watergate.
Y por supuesto aparecen Lennon y Yoko Ono. Leary estaba con ellos en Montreal cuando la mítica pareja decidió meterse una semana en cama para cantarle a la paz. Durante ese tiempo, Lennon escribió una canción cuyos royalties iban a destinarse a pagar una campaña electoral de Leary, quien se enfrentó a Ronald Reagan para tratar de ser gobernador de California. Era el loco verano de 1969,«el más sexy de toda la historia de la Humanidad» en opinión de Leary.
¿Fue todo aquello tan grande como se recuerda y se supone? ¿O la nostalgia de una generación ciega una memoria desapasionada y objetiva? Para eso están las bibliotecas, los bibliotecarios y los estudiosos. Curiosamente los heredederos de Leary, que se pasó sus últimos años cambiando el LSD por el PC, murió en 1996, llevaban tiempo tratando de encontrar comprador para sus archivos, sin conseguirlo.
