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Cuando escuchamos la palabra tiña nos suena a algo antiguo y más propio de la posguerra que de los tiempos modernos, pero, en realidad, es una infección bastante habitual producida por un grupo de hongos llamados dermatofitos. Afectan especialmente a las uñas, ingles, plantas de los pies (pie de atleta), cuero cabelludo y cualquier zona de la piel con poco vello.
En los niños es frecuente la que afecta al cuero cabelludo. Aparecen placas que provocan la pérdida del pelo. Cuando aparece en otra zona del cuerpo se presenta como placas rojizas en forma de anillo con bordes elevados y una descamación en el centro.
Es una infección muy contagiosa y su origen puede estar en un animal (hamster, gatos, perros...) o persona ya contaminados, así como en el suelo. En el caso del «pie de atleta» suele contraerse por caminar descalzo en piscinas o duchas públicas.
A pesar de su aspecto y de lo escandaloso del nombre, las tiña no es grave y «responde bien al tratamiento», asegura el doctor José Carlos Moreno, presidente de la Academia Española de Dermatología (AEDV). Si afecta al cuero cabelludo se administra un tratamiento oral y en los otros casos se utilizan cremas específicas. Durante el proceso de curación es importante mantener una correcta higiene para evitar que el paciente pueda contagiar a su entorno.