En las últimas semanas la Academia de Cine es una caja de sorpresas. Si hace solo unos días anunciaba a bombo y platillo la futura inauguración de la «Calle de las Estrellas» en Madrid, ayer mismo volvía a dejar al personal un poco boquiabierto al poner en marcha nuevas normas en las reglas del juego de los Goya. Sin menospreciar la importancia del nuevo nombre de la categoría a Mejor Película Hispanoamericana, que pasará a denominarse Iberoamericana para que puedan concurrir las cintas brasileñas y portuguesas, o las nuevas normas para los cortometrajes en competición, la base de los Premios Goya 2012 que más ha llamado la atención a periodistas, profesionales y amantes del cine español en general es aquella que dictamina que los niños menores de 16 años (a fecha 31 de diciembre de 2011) no podrán recibir ningún galardón en las categorías de interpretación. En un comunicado, la Junta Directiva justificaba la decisión como «protección al menor» porque recibir un Goya implica «una serie de circunstancias legales y civiles no recomendables para los menores de esa edad». Enrique González Macho, presidente de la Academia de Cine, confirmaba a ABC que «no ha sido una medida improvisada», sino que llevan con ella en mente (y en cada una de las reuniones de la Junta) desde su llegada al cargo.
No sabemos qué pensarán al respecto Francesc Colomer y Marina Comas, de 11 y 9 años respectivamente y que el pasado año se llevaron sendos «cabezones» por sus papeles en «Pa negre», pero sus caras al recibirlos decían mucho más que las nuevas bases. Eso sí, el presidente de la Academia, que ha contado con el consejo de psicólogos infantiles, está seguro de que la medida no impedirá que haya niños actores, «aunque tampoco hay tantos y pueden seguir gozando de su gloria en colectivo». Gonzalez Macho insiste en que «no se trata de una medida discriminatoria», sino «moral, es nuestro deber proteger a los menores». Y es que los niños premiados podían (o no, a su elección) pasar a formar parte de la Academia, votar y pagar cuotas y eso, según la Junta, podría condicionar «su desarrollo profesional y personal sin el criterio y la responsabilidad que se le debe exigir a un profesional con la madurez deseable». La misma madurez exigible a aquellos actores que clamaban al cielo institucional cada vez que un «crío» les robaba «su» premio. Como señala José Luis Cuerda, acostumbrado a trabajar con niños y de acuerdo con la dimensión moral de la medida, «es muy triste que personas adultas basen su autoestima en los premios».
Aunque Enrique González Macho está convencido de que no se han equivocado («hemos decidido que sea así, cuando vengan otros podrán decidir otras cosas»), ya hay cineastas muy críticos con la medida. El más «afectado», Montxo Armendáriz, que en Twitter dudaba de las razones morales esgrimidas y hablaba de «excusas», «intereses» y «poder».






