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Tomar un taxi en Buenos Aires es toda una experiencia. Dentro de la diversidad que ofrecen todos los conductores, siempre es agradable charlar un rato de fútbol. Argentina había empatado con Bolivia y la inseguridad y la desconfianza se habían instalado en todos los aficionados. - ¿Sabes cuál es el problema de la Selección? Que ya no hay defensas con huevos. Defensas que vayan hacía adelante. No hay ninguno como Ruggeri. Quizá tenga razón.
Óscar Ruggeri (Corral de Bustos, Córdoba, 1962) fue el capitán de los dos últimos triunfos de Argentina en la Copa América en el 91 y el 93. Campeón del Mundo en México, pasó por los mejores clubes de Argentina, y tuvo un breve paso por el Real Madrid. Como entrenador, hizo debutar a Sergio Agüero con solo quince años. Ahora colabora en un programa deportivo en televisión y ve fútbol. Mucho. “Es mi pasión, comenta”.
—¿Dígame, viendo cómo está el fútbol argentino, no le dan ganas de volver a entrenar?
—Estoy ahí esperando. Primero, no hay nada que me guste, y segundo, las cosas no están bien aquí, y es bastante complicado dirigir a un equipo. Aún así, aprovecho y veo todo el fútbol que puedo.
—¿Por algo en especial?
—Teniendo en cuenta que no estamos bien con Grondona… Digamos que no se hace nada fácil si estás en contra del poder.
—¿Demandan un cambio, entonces?
—Es lo que estamos tratando todos. Hay mucha gente que esta esperando que haya un cambio en Argentina, un cambio por el bien, porque hace 32 años que está Grondona y es demasiado tiempo. El fútbol está muy parado, no está bien. En la segunda división el público visitante no puede ir a la cancha. La inseguridad es terrible. Hay muchos problemas, y futbolísticamente, cada vez se juega peor.
—¿Qué cambiaría?
—Son muchas cosas, porque se necesita un cambio grande. Por ejemplo, a mí me gustaría que volviesen los campeonatos largos, así los equipos tendrían posibilidades de tener una recuperación.
—Para que no pase lo de a River…
—Pensaba que no se iba a ir a la B. Lo veías ahí... Ha sido un palo tremendo para todos. Comparable a que bajase el Real Madrid en España. Pasaron muchas cosas que habría que analizar detenidamente, porque River quedó sexto en el campeonato y se fue a Segunda… Cosas que pasan en mi país.
—Igualmente, desde hace unos años, se evidencia una falta de calidad en el fútbol argentino. Ya no hay tantos traspasos a Europa…
—Antes, todos los equipos tenían un gran jugador en el plantilla. Ahora no hay futuro, y los buenos jugadores los contamos con los dedos de una mano.
—¿Y quién tiene la culpa?
—No es cosas de los entrenadores, lo que pasa es que no están saliendo los chicos. Es un problema de base, y tenemos que recuperar nuestra esencia urgentemente. Tenemos que volver a jugar bien al fútbol. Por ejemplo, en Segunda División en España, se trata de jugar, se lleva el balón al piso. Y yo creo, que si se está haciendo eso, en parte es porque España ha salido campeona del mundo jugando bien al fútbol. Todos tratan de imitarlo, y ese es el camino. Hay que seguir el mismo camino que el Barcelona. Aquí se juega muy mal al fútbol.
—Antes, al menos había predisposición…
—El tema es intentar. Intentarlo siempre. Ahora hasta eso se ha perdido. Hubo un momento que nosotros íbamos hacia adelante, tocábamos, pero ahora lo hemos perdido.
—Viendo el plantel de Argentina en la Copa América, es imposible pensar que esa selección no pueda jugar bien al fútbol.
—Creo que sigue siendo seria candidata a ganar. Los jugadores han entendido que no se puede pasar por la selección sin lograr algo importante. Además, cuentan con todo el apoyo de la gente. No deben fallar.
—Se habla mucho de Messi, pero la gente prefiere a Tévez. ¿Un ultraje que no fuera a la Copa América?
—A mí me encanta Messi, y me encanta Tévez. No todos los jugadores se van a Inglaterra y triunfan como lo ha hecho él. Y además, él se la jugó yéndose al West Ham, y lo sacó del descenso… De todos modos, creo que la decisión de no llevar a Tévez no fue de Batista, creo que era una decisión de más arriba.
—¿Cómo ve a Agüero?
—A mí me encantaría que tuviera la posibilidad de jugar en un equipo como el Madrid, que para mí es el más grande de todos. Para mí el Kun tiene que jugar en el Madrid, porque además, es una apuesta segura de futuro, porque el Kun no tiene techo.
—¿El Atlético no le rodeó de la gente apropiada?
—Quitando Forlán… Aún así, no se le puede reprochar que cada vez que se puso la camiseta se echó el equipo al hombro y lo hizo muy bien.
—Cuando usted lo hizo debutar, ¿vislumbraba que sería un crack mundial?
—Lo llevé a practicar con los jugadores de primera y me demostró que estaba en condiciones de ser un crack. Me gustaba saber qué hacia un nene de 15 años ahí, porque cuando llegan los chicos de 15 años a un club van a probar sin saber si van a terminar siendo futbolistas, si van a estudiar o qué van a hacer, pero éste me demostró que estaba capacitado para jugar en Primera.
—¿Qué se le dice a un niño de 15 años cuando va a saltar al campo?
—Tácticamente no le dije nada. Le dije que disfrutase, que si estaba ahí era porque valía, y que hiciera lo mismo que hacía en los entrenamientos. Y que si quería tirar un caño, que lo tirara.
—A usted no se lo hubiese tirado…
—Hubiese sido difícil. (risas)
—¿Usted siempre quiso ser futbolista?
—Siempre. Yo le dije a mi mamá que iba a ser jugador de fútbol, que también iba a estudiar, pero que mi camino era ser jugador de fútbol. Fue bastante complicado irme de mi pueblo para jugar en Boca, pero al final terminé los estudios, y después de un año, debuté en Primera, donde estuve 19 años…
—¿Boca o River?
—A mi me tocó la peor época de Boca. No había ropa, nos teníamos que pintar los números de la camiseta, no teníamos dónde entrenarnos, nos concentrábamos e íbamos directamente a los partidos... Fueron años muy difíciles, pero me alimentó y me enseñó los primeros pasos en el fútbol. Los dos son muy importantes, y fue una satisfacción jugar en ambos. En los dos gané el campeonato, aunque en River gané mucho mas. Salimos campeones varias veces, ganamos la Libertadores, la Intercontinental…
—¿Con qué se queda de su carrera?
—Si tuviera que elegir, me quedaría con todo lo que hice. Recorrería los mismos caminos, pero me entrenaría y me cuidaría más. No hay nada como ser jugador de fútbol. Lo digo en serio. Además, ¿sabe una cosa?
—Dígame.
—Hace poco estuve en Madrid visitando a unos amigos. A Gordillo, Butragueño, Míchel... Y en una visita por el Bernabéu estuve con Florentino Pérez. Me dijo que si fuera joven yo jugaría en su Real Madrid. Imagínate. Eso es muy bueno, muy lindo.
—A usted le tocó vivir las mejores épocas de la selección y también en los equipos donde estuvo…
—Es cierto. Cuando salió la posibilidad de ir al Real Madrid también me había llamado el Atlético y la Roma, pero yo ya me había decidido por el Real, porque me parecía lo mejor. Y después en la selección, salimos campeones del mundo, y luego tuve la suerte de capitanear a la selección en las dos Copas América, que era algo que se venía dando muchos años pero que no conseguíamos. Hicimos un grupo muy bueno, y además tuve la suerte de tomar el testigo de Passarella y Diego como capitán. Todo un orgullo.
—Muchos no saben que pasó por el Logroñés.
—Claro. Fue un año muy espectacular, y además hay una anécdota muy buena de eso. Resulta que yo estaba en River con Menotti, y Clarín publicó que el Logroñés venía a por mí. ¡Y yo pensaba que era un empresario! No sabía ni dónde estaba Logroño. Lo busqué en el mapa, y después vino un año buenísimo donde dejé a muchos amigos que aún hoy sigo viendo.
—¿Era usted un central de esos que pegaban?
—Sólo una vez en mi vida fui a lesionar a un jugador. Fue a Chilavert en un partido con San Lorenzo. Me había escupido, y fui a por él, pero sólo esa vez. Además, no le di. Si lo llego a hacer creo que aún hoy está saliendo del hospital… Pero ojo, que a mí también me daban… ¿le cuento otra anécdota?
—Por supuesto.
—Estábamos jugando un partido de la Copa América contra Brasil, y salió al campo Careca III, que no hay que confundir con Careca, el que jugó en el Nápoles. Entonces, según salió se vino a por mí, y en la primera jugada me dio una piña y me rompió la nariz. ¡Sin hacerle nada! Después intenté buscarlo, pero los brasileños me rompieron a patadas. Varios años después, cuando jugaba en el América de México, el técnico estaba dando la charla técnica sobre el equipo rival, y dice: arriba juega Careca III. Me froté las manos y dije, déjenmelo a mí.
—¿Duró mucho en el campo?
—Creo que aguantó 25 minutos.
