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A lo largo de esta semana, el PP catalán cerrará con CiU un acuerdo presupuestario que garantizará la gobernabilidad de Cataluña. O lo que es lo mismo, Cataluña tendrá presupuestos gracias a la abstención del PP
Día 06/07/2011 - 09.34h
Hace tres años Alicia Sánchez-Camacho fue elegida por los pelos presidenta del PP de Cataluña. Si el proceso precongresual ya fue desabrido —los enfrentamientos entre Daniel Sirera y Alberto Fernández deberían figurar en algún estudio sobre la capacidad de resistencia física y mental del ser humano—, el resultado final del XII congreso del PPC no hacía presagiar nada bueno. Sánchez-Camacho, la candidata oficial, consiguió el 57 por ciento de los votos, mientras que Montserrat Nebrera —con el único aval de su ego desmedido— obtuvo el 43 por ciento de los votos de los compromisarios, salió a hombros del lugar y se proclamó «vencedora moral». «Conmigo ha nacido el PP de Cataluña», llegó a decir.
Ana Mato y Javier Arenas fueron abucheados por unos compromisarios que, hartos de las sistemáticas injerencias de Génova, recibieron a los dirigentes nacionales al grito de «¡tongo, tongo!». Arenas, que puede presumir de haber medrado en todas y cada una de las encarnizadas luchas que se han librado en el PP catalán desde finales de los ochenta, se despedía de la militancia popular con el habitual tono paternalista: «<CW-10>Los debates internos son absolutamente legítimos, pero no podemos estar permanentemente en debates internos; ahora tenemos que centrarnos en ser alternativa real de gobierno en Cataluña</CW>».
Dados los antecedentes, cuando Alicia Sánchez-Camacho llegó a la presidencia del PPC lo lógico (incluso para el propio Arenas) era pensar que tenía los meses contados. Si no acababa con ella su propio partido, se ocuparían las urnas y, si no, ya se la merendarían con patatas los medios afines a CiU y PSC... Así es como siempre habían ocurrido las cosas.
Sin embargo, por primera vez en su historia, el PPC, pacificado y unido —al menos todo lo unido que puede estar un partido político—, presenta una buena cuenta de resultados. A lo largo de esta semana, el PP catalán cerrará con CiU un acuerdo presupuestario que garantizará la gobernabilidad de Cataluña. O lo que es lo mismo, Cataluña tendrá presupuestos gracias a la abstención del PP. Desde que Artur Mas le mostró las llaves, Alicia Sánchez-Camacho lo vio claro: ella sería la gobernanta. Hace tres años, recién designada presidenta del PPC, finalizó su discurso con un sentido «¡Viva la Guardia Civil! (su padre fue brigada de la Benemérita), ¡Visca Catalunya!, ¡Viva España!». A otros por menos se les condenó al ostracismo. En política no hay recetas infalibles.
