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La Federación italiana decidirá el 18 de julio si revoca el título de 2006 que adjudicó al Inter
Día 07/07/2011
El escándalo de amaño de partidos que sacudió el fútbol italiano en 2006 fue de tal magnitud que cinco años después todavía quedan importantes grietas. La última cuestiona el «Scudetto» de la temporada 2005-06, adjudicado al Inter por defecto. La Juventus aprieta para extender la herida y la Federación italiana (FIGC) intenta lavarse las manos: la decisión final llegará el 18 de julio.
Hace un año la entidad blanquinegra pasó de principal implicada a gran instigadora. Amparada en las escuchas dirigidas por un tribunal de Nápoles, solicitó que el Inter de Milán fuera desposeído del título de 2006. Las pruebas revelaban conversaciones de altos mandatarios interistas con miembros de la comisión encargada de las designaciones arbitrales. La Juventus no quiere que nadie salga beneficiado de aquello y tiene en su mano las armas.
Las pruebas inculpaban a dirigentes que van desde Massimo Moratti hasta el ex presidente del club interista, el fallecido Giacinto Facchetti, pero son varias las pistas que apuntan a que la Federación optará por no tomar parte.
Comportamientos ilícitos
El fiscal, Stefano Palazzi, reconoció en un informe de 72 páginas «comportamientos ilícitos» por parte del Inter, actitudes poco transparentes, pero al mismo tiempo argumentó que los delitos han prescrito. De esta manera, pasaba a archivar la petición de la Juventus y emplazaba a la Federación a tomar una decisión final sobre el caso.
La «patata caliente» se traslada ahora al organismo federativo, que este martes mantuvo una primera reunión. A cada día que pasa crece la sensación de que desde la Federación no parecen estar dispuestos a seguir removiendo la tierra. El escándalo es motivo de vergüenza y quiere pasarse página cuanto antes.
Sea por prescripción o por falta de competencia, la Juventus ve cada vez más complicado que el Inter de Milán reciba también castigo por una implicación en el amaño de partidos que, en base a las pruebas presentadas, parece evidente.
La consecuencia más importante podría ser que el campeonato de 2006 quedara sin campeón (como ocurrió con el de 2005) ante una corrupción tan extendida que dejó pervertido el torneo. Queda ahora en manos de Giancarlo Abate, presidente de la Federación, decidir si la opción más saludable para el fútbol italiano es administrar las culpas que sean necesarias o no volver a levantar la alfombra.