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Se extiende la sensación de que con Messi se está siendo injusto. Lo saben en Buenos Aires, lo confirmaron en Santa Fe, y aquí en Córdoba ya se han dado cuenta de que el camino elegido no les llevaba a ningún lado. Voz autorizada, aunque no todas las veces fiable, Diego Maradona también ha comentado la injusticia con la que se está tratando a Messi: «Los argentinos no podemos ser así con el mejor jugador del mundo», apuntaba. Otra voz, menos autorizada, pero sin duda más fiable, ha dejado su opinión escrita en un grafiti enorme en una pared a la entrada de Córdoba: «Messi es nuestro 10». Por si había dudas.
Con Neymar, por otra parte, parece que se está siendo demasiado benevolente. Encumbrado a las alturas antes de comenzar la competición, pretendido por el Real Madrid, usado como reclamo por el Santos, no ha cumplido con el caché de 30 millones de euros que, parece, pesa demasiado. Poco activo en el primer encuentro ante Venezuela, desaparecido ante Paraguay, si no fuese quien es, se cuestionaría hasta su titularidad.
Detrás de estos nombres se esconde la realidad de Argentina y Brasil, los dos favoritos al torneo, en cuya hoja de méritos se contemplan empates ante selecciones como Bolivia y Venezuela, y que de momento están siendo responsables del escaso nivel de la Copa América. Estrellas que no brillan, millones que no se justifican e ilusiones que pueden quedar rotas en cualquier momento.
Dicho esto, las preguntas que están en cabeza de muchos son las siguientes: ¿Es Neymar el jugador que necesita el Real Madrid? ¿Es Messi el mejor jugador del mundo? Neymar es un buen jugador de fútbol, por encima de la media, con clase, llegada, gol, fantasioso, pero aún no parece un jugador decisivo. Dicen que vale 45 millones, pero su juego parece decir otra cosa. El Real Madrid lo fichará y luego el tiempo dirá si emulará a Robinho o a Zidane.
Y respecto a Messi, he aquí las palabras de Leopoldo Jacinto Luque, campeón del mundo en 1978, e ídolo de River Plate: «En cualquier momento agarrará el balón y hará tres goles. Solo hay que esperar a que pase». Y es que Messi, como las novias, nunca hace esperar demasiado, aunque desde fuera parezca lo contrario.







