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Un mar de improvisaciones y contrastes se derramó con el recital que Michel Camilo y Tomatito ofrecieron en los Veranos de la Villa. En pleno aire libre, perfecto escenario para dejar volar una libertad creativa desbordante, el artista dominicano y el guitarrista almeriense aunaron fuerzas para ofrecer un concierto intenso.
Su primer disco, «Spain» (1999) fue el punto de encuentro perfecto entre dos continentes unidos por los dos extremos de la cuerda que conecta el piano desbordante de jazz latino de Michel Camilo con la guitarra flamenca de Tomatito. En los hilos que los conectan se entremezcla un gazpacho de ritmos y melodías separados por océanos que parecen encajar a la perfección en sus manos. Distancia unida a través de miradas de músicos que ayer volvieron a encontrarse en la noche madrileña.
El dúo comenzó con una versión aliñada de «Libertango» de Astor Piazzolla, incorporando el ritmo del tango a su fusión jazz y flamenca. Era una noche llena de guiños con sabor bonaerense: su siguiente pieza fue una hermosa versión deconstruida de «El día que me quieras» de Carlos Gardel. Las notas de piano de Michel Camilo se deslizaban como fina lluvia entre las cuerdas de nylon de Tomatito.
El primer disparo con marca de «Spain», llegó con «A mi niño José», bulería precisa e intensa, que alternó ataques de furia flamenca a cargo de Tomatito con pasajes de calma. No hubo tregua.«Fuga y misterio» aunó la precisión de cirujano de Camilo con el sentimiento aportado por Tomatito. «La Vacilona» quedará en la memoria, con un Camilo poseído por el ritmo latino que desbordaba sus dedos.
«Adios Nonino» volvió a echar una cucharada de tango en la mezcla y a recordar al maestro Piazzolla antes de entregar el inmenso «Spain» de Chick Corea. «Para Troilo y Salgán» despidió un concierto notable.
El ritmo latino y la belleza copularon libremente anoche entre los árboles de la Casa de Campo. Melodías de dos continentes se fundieron en una misma canción.







