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El esperado juicio de los mercados sobre el plan de ajuste italiano confirma un suspenso en toda regla. El índice FTSE Mib de la Bolsa de Milán perdió ayer el 3,06%, el peor retroceso de toda Europa. Especialmente malo fue el comportamiento de los títulos bancarios, con ventas generalizadas. Como en los peores días de la pasada semana, las tensiones se han centrado en la prima de riesgo, que ha llegado a los 337 puntos básicos. El rendimiento de los bonos a diez años ha llegado al 6,006%, al máximo desde la creación de la Eurozona, y no lejos del 7%, considerado el límite tras el cual las autoridades monetarias dan la alarma para el rescate.
Lo cierto es que el efecto de los test de estrés hechos públicos el viernes tampoco parece haber sido precisamente balsámico para la periferia europea. La deuda de Grecia volvió a superar ayer todos sus topes históricos hasta dispararse por encima de los 1.555 puntos básicos. Unos topes históricos que también franqueó la de Irlanda, que ya sobrepasa los 1.142.
En el caso italiano, la opinión de la oposición es que «ni siquiera los mercados creen en Silvio Berlusconi». La verdad es que los expertos no se habían hecho muchas ilusiones, tras el ajuste de 79.000 millones, aprobado el viernes por el Parlamento. A la debilidad política del Gobierno Berlusconi, se añadían otras dos críticas. Por una parte, no se han anunciado reformas creíbles que estimulen el crecimiento; por otra, el ajuste se hace de forma muy desequilibrada, dejando para el periodo 2013-2014, es decir, después de las próximas elecciones, casi todo el esfuerzo (70.000 millones).
Reducción parlamentaria
Mientras continúa la especulación en los mercados, la indignación crece entre los italianos contra su clase política, la que más gana y derrocha de toda Europa. El salario mensual de un diputado es de 11.704 euros. Pero, mientras los trabajadores comenzaron a pagar más impuestos desde ayer (el más llamativo es el de 10 euros por una consulta médica y 25 en urgencias), la casta de los políticos sigue con todos sus privilegios. Para calmar en parte esa indignación de la calle, ayer se anunció que el Gobierno Berlusconi prepara una reducción del número de parlamentarios (actualmente son 945). La Cámara de Diputados pasaría de 630 a 250, y el Senado se convertía en una Cámara federal, compuesta también por 250 escaños (actualmente son 315). Para eliminar el escandaloso absentismo actual, los parlamentarios cobrarían según su efectiva participación en los trabajos. Esta reforma sería un paso, una primera señal, para reducir los costes de la política, asunto del que se habla desde hace muchísimos años en Italia y siempre se pospone a las calendas griegas.
