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Un 25 de julio de 1999 nació en Lisboa la generación de los «juniors de oro». Casi doce años después, la selección sub 20 tranquilizó a quienes cuestionan el relevo: liderada por un Nikola Mirotic superlativo, como en todo el torneo, España se proclamó campeona invicta del Europeo de Bilbao al derrotar con autoridad a Italia 70-82.
En la semana en la que la selección se concentra de cara al Eurobasket; con Scariolo en la grada; con Italia colgada de sus hombros. No hubo quien frenara a Mirotic en su persecución del oro. Y de algo más.
La nacionalización de Serge Ibaka le ha cerrado momentáneamente las puertas de la absoluta. Su edad permitía la solución fácil este verano: uno con los mayores y otro con los pequeños. Pero al ala-pívot de origen montenegrino esto le sabe a juego de niños. Así lo atestigua su premio al MVP del campeonato.
Tiene la facilidad de movimientos que sólo poseen los más grandes. Clava el puñal con sutileza. Se mueve con una fluidez que suele estar vetada para los de su tamaño. En posiciones interiores o alejado del aro, no esconde su facilidad para ser dañino. Lidera con ejemplo y avisa a Scariolo: en los Juegos Olímpicos no podrá haber decisión salomónica.
Lideró Mirotic pero aportaron todos. Italia afeó el partido en el primer minuto con un codazo de Gentile a Sastre, el otro gran anotador a disposición de Orenga. Era la confirmación de que el hijo del mítico Ferdinando estaba en otras batallas. Su condena es que le sobra talento ofensivo. No sabe cómo administrarlo. Cumple con el perfil de un pistolero de leyenda. Aprieta el gatillo y después pregunta. No deja de gastar balas. Aunque se esté disparando en el pie, como ayer. Era la esperanza y se convirtió en la rémora.
Pese al rosario de lesiones
Sastre no volvió a una pista que abandonó chorreando sangre y España acusó la falta de alternativas para atacar una defensa italiana que redoblaba esfuerzos sobre Mirotic y presionaba muy arriba. Terminar con ventaja un primer cuarto nefasto dio moral. Era bueña señal. Con el pelotón rehecho y 11 puntos del madridista se ganó ventaja. Con un gran tercer cuarto se apalabró el oro.
Grande en el marcador, pero no en el recuento de tropas. José Simeón perdió el tobillo después de descolgar un rebote del techo. Ignacio Llovet, que jugaba con un menisco roto, abandonó por un mal gesto de la otra rodilla. La supuesta buena.
Afortunadamente para España, no desaparecieron otros avales que han sustentado a la selección a la sombra de Mirotic. La clarividencia de Josep Franch, cuyo entendimiento en la pista con la estrella es sensacional. Tampoco la intensidad de Pepe Pozas, que pagó con la misma moneda a los molestos bases italianos. La muñeca de Barrera, que ayudó a desatascar el inicio. O la actividad de Joan Tomàs, que cuenta con el raro don para estar en todos lados.
Entre tanto compañero caído, todos dieron un paso al frente y llenaron uno de los pocos vacíos que le quedaba al palmarés del baloncesto nacional: campeones de Europa sub 20, una semana después que sus compañeras.
Todos celebran y Scariolo medita.







