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Bruselas intenta lanzar un mensaje de calma e insta a cerrar los flecos del acuerdo sobre el Fondo de Estabilidad
Día 04/08/2011
Preocupante, pero en absoluto justificado. Ese fue el mensaje de confianza, la consigna repetida como un mantra relajante, que las autoridades de Bruselas lanzaron ayer para intentar atemperar el nuevo y virulento ataque de los mercados a la línea de flotación del zarandeado proyecto común. Reuniones urgentes, conversaciones telefónicas al más alto nivel y comunicados con decididas declaraciones de intenciones sirvieron para comenzar a activar una maquinaria europea que, si nunca se ha caracterizado por sus reflejos, se convierte en pleno mes de agosto en un erial operativo.
«Los mercados actúan y piensan en clave de horas y minutos, mientras que la reacción de Europa tarda meses. Sin posibilidad de articular una agenda institucional a corto plazo, la actuación del Banco Central Europeo puede ser fundamental», confirma Daniel Suárez, de Analistas Financieros (AFI).
Precisamente, el consejo de gobierno del BCE se reúne hoy en Berlín con una agenda marcada por la deriva de unos mercados en ebullición. Ante el muro de un más que posible ciclo contractivo, los analistas descartan un «discurso demasiado tensionador», es decir, cualquier insinuación sobre una nueva subida de tipos, aunque el gran debate se centrará en la conveniencia de echar agua en las llamas de los mercados mediante la compra de deuda soberana de los países periféricos, el único alivio inmediato y eficaz, aunque siempre efímero, para la fiebre alcista de la prima de riesgo. Los expertos coinciden en que no es la solución, pero sí un bálsamo para ganar tiempo y aparcar las urgencias, como se demostró en las oleadas especulativas que azotaron a Grecia, Irlanda y Portugal.
«Sólo la reapertura del programa de compra de bonos por el BCE podría interponerse entre el mercado de deuda púbica y un desastre que podría destrozar la zona euro», advertía el martes en un artículo en «Financial Times» el economista jefe de Citigroup, William Buiter.
Grifo cerrado
Sin embargo, el regulador europeo no ha adquirido bonos soberanos desde finales de marzo. Si Jean Claude Trichet venciera las reticencias alemanas y se decidiera a volver a abrir el grifo, del que hasta ahora han salido 74.000 millones, se ganaría un valioso margen de tiempo para cerrar los interminables flecos de las reglas del juego del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Este fondo de rescate, pactado el pasado 21 de julio, podrá actuar para prevenir crisis, financiar la recapitalización de bancos mediante préstamos a los gobiernos, e intervenir en los mercados secundarios en circunstancias excepcionales.
«Pero hasta que se termine de articular el Fondo, la compra de bonos es la solución para intentar calmar a los mercados», explica Suárez. Fuentes comunitarias no descartaron ayer esas medidas de «contención alternativas», pero recalcaron que los técnicos de la Comisión Europea están trabajando «día y noche» en el texto sobre la nueva estructura del fondo y que esa es la prioridad. Es «esencial» avanzar en la puesta en marcha de «todos los compromisos de los estados miembros para enviar una señal inequívoca» de determinación, afirmaba ayer el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.







