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En la primera de Feria, logra un gran triunfo Diego Ventura; con buenos toros, Castella y Talavante pierden más trofeos por el mal uso de la espada. La Coruña tiene profundas raíces taurinas. Su antigua Plaza se cerró en 1967. Lucharon por la construcción de una nueva Luis Mariñas y los miembros de la Peña Taurina, que mantuvieron su pasión, sin Plaza, veinticuatro años. El nuevo Coliseum, cubierto, se inauguró el 12 de agosto de 1991, con toros de Victorino Martín, gracias al empeño del alcalde Francisco Vázquez y el empresario Luis Álvarez. Desde entonces, la Feria taurina de María Pita, igual que el Festival Mozart, son grandes atractivos turísticos. Frente a las minoritarias payasadas de algunos políticos coruñeses, nacionalistas, que siguen el lamentable ejemplo catalán, tiene esto un claro sentido de defensa de la Tauromaquia como seña de identidad de la cultura española. El nuevo Ayuntamiento, del PP, debería comprometerse en ese sentido: ésa es —creo— la postura del partido.
El primero de Capea embiste suave pero mansea. Ventura lo encela, logra quiebros espectaculares, clava certero y mata fulminante: una oreja.
Se mueve más el cuarto y Diego entusiasma galopando de lado, dejándole llegar, con alardes ecuestres... Un espectáculo completo: dos merecidas orejas y salida en hombros.
El maestro César Rincón ha enviado una excelente corrida: toros justos de presencia pero nobles, bravos, alegres; lo que no suele verse. Los dos matadores han podido desplegar todo su repertorio pero han perdido trofeos por pinchaúvas.
El segundo va largo, mete bien la cabeza. Castella lancea templado, da chicuelinas escultóricas; inicia brillantemente con pases cambiados, logra tandas de derechazos y naturales... pero mata mal. Ha cogido un vicio: atacar con los dos brazos a la vez (en vez de adelantar la mano izquierda y cruzar).En el quinto, Sebastián, muy firme, consigue series ligadas, por los dos lados; hace subir la emoción, metido entre los pitones. Esta vez se vuelca, al matar: oreja.
El tercero, de salida, le deja a Talavante dar todos los lances que quiere; quita por estoicas gaoneras; liga los muletazos por los dos lados. Sin moverse, encadena naturales, de pecho, cambios de mano... también pierde trofeos al matar.También es bueno el último: Talavante corre bien la mano en naturales de su personal estética, enlaza molinetes, encandila al público con ajustadas bernadinas... y vuelve a estropearlo todo con la espada. Una pena.
En este cómodo coso coruñés, he recordado especialmente a dos amigos: Luis Miguel Dominguín, que sentía debilidad por esta ciudad, donde tomó la alternativa, en 1944, y Camilo José Cela, que ponía en su currículum «escritor, torero...» Y efectivamente intentó serlo, en Cebreros. Esta Feria lleva el nombre de María Pita, la heroína que, en 1589, defendiendo la ciudad contra los invasores ingleses, mató con su lanza a un alférez y, al grito de «Quien tenga honra, que me siga», luchó por la libertad... Un hermoso nombre para una Feria taurina.