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El Real Madrid concluye hoy su gira por China, cuya liga está lastrada por la corrupción y el amaño de partidos
Día 06/08/2011
Tras una semana de pasión blanca, el Real Madrid finaliza hoy su gira china enfrentándose el Tianjin Teda (11.45 horas), subcampeón de liga la temporada pasada y orgullo de este puerto industrial de 12 millones de habitantes cercano a Pekín. A la vista de la goleada del miércoles al actual líder, el Guangzhou Evergrande, lo mejor de los equipos chinos son sus animadoras, que lucen palmito y pantalones diminutos donde no les caben ni los móviles, y su entusiasta afición, encandilada con CR 7, Kaká, Xabi Alonso y Casillas.
A modo de último ensayo antes de disputarle al Barcelona la Supercopa el día 14, las estrellas madridistas saldrán al Estadio Olímpico Gota de Agua a dar espectáculo y engrasar la afilada maquinaria del equipo titular. Enfrente tendrá a un sparring de poca enjundia porque el fútbol chino todavía tiene mucho que aprender. Mientras los atletas de este país triunfan en todas las modalidades, el balompié es la manzana podrida del deporte chino. Y eso que aquí ya se practicaba hace 2.500 años el «cuju», un ancestro del fútbol en el que dos equipos de diez personas intentaban colar una pelota de piel por el agujero de una red elevada utilizando sólo los pies y sin que cayera al suelo. Pese a tan remotos orígenes, la selección nacional sólo se ha clasificado para un Mundial, el de Corea-Japón en 2002, y el fútbol actual se encuentra lastrado por la corrupción, los partidos amañados y las apuestas ilegales.
El año pasado, las redadas masivas en casas de juego de Singapur, Malasia, Tailandia y China volvieron a poner de relieve la implicación de las mafias asiáticas en las apuestas ilegales de fútbol. Según Interpol, dichas tríadas mueven cada año más de 90.000 millones de euros. En China fueron arrestados ex jugadores, entrenadores y directivos de clubes. Uno de los primeros en caer, y luego tirar de la manta, fue Wang Xin, un antiguo futbolista que se había convertido en director general del Guangyuan de Liaoning, un club de dicha provincia que, sin embargo, está registrado en Singapur. Buscado por la Interpol, Wang Xin fue detenido a finales de 2009 porque llevaba tres años amañando partidos tanto en dicha ciudad-Estado como en la Primera División china, el segundo torneo más importante tras la Superliga.
Junto a él, también fueron detenidos Wang Po, director general de un equipo de la provincia de Shanxi, y Yang Xu, antiguo vicepresidente de la Asociación de Fútbol de Cantón (Guangzhou) y subdirector general del Guangzhou Pharmaceutical FC. En 2006, éste le pagó 200.000 yuanes (21.856 euros) a Wang Po para que su club, el Shanxi Wellsend, se dejase perder en un encuentro de vital importancia, allanando así el ascenso del Pharmaceutical a la Superliga. Conociendo que el resultado final iba a ser de 5-1, ambos apostaron en una web extranjera y ganaron más de 100.000 yuanes (10.927 euros).
Demostrando que el deporte sigue siendo una causa nacional, el régimen chino lanzó una cruzada anticorrupción y hasta el presidente, Hu Jintao, abogó en público por el «juego limpio». Con la humillación que supone cada nueva derrota de la selección nacional, los gerifaltes del Partido Comunista incluso llamaron a capítulo a seis de sus jugadores para regenerar el «deporte rey». Presa de la sospecha, el «cuju» agoniza y la manzana sigue pudriéndose.






