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De blanco riguroso: falda, camisa, chaqueta, zapatos de tacón con pulsera, bolso de Chanel, perlas al cuello... Hasta el impresionante Mercedes en el que llegó era blanco. Así de inmaculada y radiante se presentó ayer la baronesa para recibir al cardenal arzobispo de Madrid en el Museo Thyssen, adonde acudió para visitar la exposición «Encuentros», organizada con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. La cita, a las 9.30. Acudir a un acto un 11 de agosto a esas horas debería conllevar bula papal. Horas después supimos que Benedicto XVI concedía la indulgencia plenaria a los participantes en la JMJ, hubieras madrugado o no. Monseñor Rouco Varela llega con puntualidad suiza. Carmen Thyssen lo recibe en el jardín de entrada. De la comitiva que le da la bienvenida es la única que se inclina ante él como gesto de cortesía y besa el anillo cardenalicio. Es una gran profesional.
La convocatoria ha unido a prensa de lo más variopinta. La mezcla resulta muy curiosa. Hay mucho periodista de corazón, ansioso por saber de sus vacaciones, de su no-encuentro en Ibiza con su hijo Borja, pero también vemos a un cámara con alzacuello junto a otro que luce camiseta de la JMJ, que deben acudir por motivos bien distintos. Entre el cielo y la tierra, entre la espiritualidad y el glamour. Posado preceptivo en el vestíbulo ante «El Paraíso», de Tintoretto, y los cuatro mármoles de Rodin. Como la sala que acoge la exposición es muy pequeña (solo nueve obras de temática religiosa), los cámaras y periodistas vamos subiendo por turnos. La visita es breve. Después, tiempo para un desayuno que se prolonga durante 45 minutos.
Tras despedir a Monseñor, Carmen Thyssen habla con ABC. Pide un cigarro, una Coca-Cola fría y se quita la chaqueta. Su camisa de seda no esconde nada. Que no cunda el pánico: aclara para tranquilidad de todos que no se ha quitado la chaqueta en todo el desayuno. Se la ve bronceada, relajada, tranquila. Apenas ha estado unos días en Ibiza. Tiempo suficiente para que la persigan, en vano, numerosos paparazzi en busca de la foto más deseada: el reencuentro con su hijo, que también ha estado estos días en la isla. «No nos hemos visto, pero me hubiera encantado», apunta sin dudarlo. Nos cuenta la baronesa que ha estado yendo de Sant Feliú a Ibiza, que viajará unos días a Suiza y se pasará por Marbella. «Quiero seguir de cerca mi museo de Málaga». ¿Cómo está pasando sus vacaciones? «Muy tranquila. Me gusta tener tiempo para leer, estar con mis seres queridos y navegar. Soy muy de mar. Heini y yo adquirimos el “Mata Mua”. Me encanta la sensación de soledad que te da estar en alta mar. El otro día vi desde la proa del barco a un grupo de delfines». Hablamos de paparazzi y de los «robados» en biquini del verano. Ella respira aliviada: este año, dice, no la han pillado en bañador. ¿Se quedará en Madrid durante la visita del Papa? «Iré y vendré estos días. La visita del Papa es maravillosa; estamos orgullosos de poder colaborar. Se dará cita la juventud del mundo entero».
Le preguntamos por la miniserie que emitirá Telecinco, «Carmen Cervera. La Baronesa», en la que le darán vida tres actrices: Esmeralda Moya, Mar Regueras y Silvia Tortosa. Su gesto se tuerce por primera vez: «Con todo el material que tengo de mi vida se podría haber hecho un documental espectacular. No tengo ninguna necesidad de que otras personas recreen mi vida. No sé ni quiénes son. Que se atrevan a meterse en tu vida es un insulto. Han creado un personaje a su manera, sin consultarme ni dejarme ver el guión. Y todo por ganar dinero. Es una desfachatez». ¿La verá?«No pienso verla. Yo, como los avestruces, con la cabeza metida bajo tierra. Pero mis abogados sí estarán viéndola y, si lo consideran oportuno, pondrán una querella. Intenté parar su emisión con medidas cautelares, pero no pudo ser. Se están haciendo series muy poco interesantes disfrazando a personas conocidas como les da la gana».
La conversación nos lleva a la negociación de su colección. Le recordamos que, a la interminable lista de ministros de Cultura con los que lleva hablando, muy posiblemente haya que sumar uno más a partir del 20-N. «Sea quien sea, seguro que habrá entendimiento como hasta ahora. Eso sí, ya no habrá más prórrogas. He prestado mi colección doce años de forma gratuita. El plazo acaba definitivamente en febrero de 2012». El futuro ministro ya se puede poner las pilas, pues tendrá menos de tres meses para alcanzar un acuerdo al que no se ha logrado llegar en años. La firma del préstamo de su colección se hizo con Mariano Rajoy como ministro de Cultura. Casualidades de la vida, podría cerrarse la negociación con Rajoy como presidente del Gobierno. ¿Le gustaría? «Siempre lo he admirado. Fue un ministro espectacular; le tengo un gran respeto». Y añade que también le ayudó Esperanza Aguirre, a quien le une «una buenísima amistad».
A las diez de la mañana, hordas de visitantes hacen cola para ver la exposición de Antonio López. «Está siendo un gran éxito: más de 4.000 personas diarias. Podría batir el récord de visitas del museo». ¿Se ha decidido ya a comprarle una obra para su colección? «Hay tres a las que le he echado el ojo. Son escenas de Madrid, pero todo depende de la negociación». Echamos en falta el prototipo de la «Mujer de Coslada», de seis metros, en el hall del museo. No le habrá sentado muy bien su retirada a Antonio López... ¿Por qué se ha quitado? «Estuvo aquí hasta el día 8. El vestíbulo se llenaba de público, y no se veía bien el Tintoretto, último “encuentro” de esta muestra». Antes de despedirnos, una curiosidad: «¿No habrá preservativos de esta exposición como en «Eros»? (Ríe con ganas) «No, esta vez no».







