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Los sofocos veraniegos han obligado a la banca a hacer cola de nuevo ante la ventanilla de Fráncfort. Las entidades financieras españolas recibieron en julio financiación del Banco Central Europeo (BCE) por 52.053 millones de euros, un 9,68% más que en junio. La deuda de bancos y cajas con el emisor alcanza ya el tercer nivel más alto del año. La banca española no consigue prorrogar la caída registrada el mes anterior (-10,5%), la primera desde el pasado abril, levantando sospechas de que el sistema podría estar otra vez afectado por una ausencia de liquidez.
Y eso que los créditos del Eurosistema descendieron el mes pasado un 0,8%, hasta los 354.135 millones, de los cuales casi el 15% fueron para la banca española. Además, el dato de julio está lejos del registrado hace ahora un año, en plena crisis de la deuda. Entonces, bancos y cajas recibieron más de 130.200 millones, cantidad que lograron reducir poco a poco gracias a que las entidades volvieron a prestarse dinero entre ellas (mercado interbancario) y pudieron subastar deuda propia en el mercado primario y financiarse con depósitos de clientes.
La petición de créditos al ente presidido por Jean Claude Trichet es otro recurso habitual en la estrategia de financiación de las entidades, como recordaron ayer analistas citados por Ep, que restan importancia al dato publicado por el Banco de España y aseguran que la situación, en el último año, se ha normalizado. Pero no menos cierto es que es una fórmula sencilla —y barata, con los tipos en el 1,5%— cuando otros vías se cierran.
Y de eso hay síntomas. El más evidente, que Trichet reabrió el pasado miércoles la «barra libre» de liquidez e inundó el mercado con 49.752,11 millones a repartir entre 114 bancos de la eurozona. Por si fuese poco, ningún banco está emitiendo deuda. La última subasta de cédulas la hizo el Santader en mayo. Y de lo que sí hay constancia es de que varias entidades han lanzado «superdepósitos» con el fin de atraer el ahorro de los clientes. Lo hacen en pleno agosto, un mes en el que la banca echa el cierre, y tras la advertencia de las autoridades de que esa guerra por el pasivo, ofreciendo altas rentabilidades, puede lastrar sus cuentas en un momento tan delicado y de reforma del sistema bancario. Las dudas desatadas en mayo sobre España y la decisión de Bruselas de implicar a la banca en el rescate griego no ayudaron al sector. A eso se suma ahora el temor a un frenazo en la economía mundial y las sospechas sobre la solvencia de las entidades europeas, en especial de las francesas. Ayer mismo, la patronal gala anunció que estudia llevar a los tribunales «los rumores infundados», dice, que en los últimos días causaron el pánico bursátil.
