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Era este miércoles el día de «transición» entre la solemne misa de la tarde anterior oficiada por el cardenal arzobispo Antonio María Rouco Varela, y que supuso la entrada por la puerta grande a la JMJ, y la llegada del Papa, que será en solo unas horas. Era el día para ellos, dicen los peregrinos, para recorrer de cabo a cabo la ciudad, al menos, para conocer los monumentos y enclaves turísticos más relevantes que han contemplado por televisión y que su asistencia a la Jornada Mundial de la Juventud les brinda en vivo y en directo.
Sin embargo, pese al momento ocioso, a muchos de ellos los encontramos en momentos de recogimiento durante su periplo. Se detienen en iglesias como la de la calle del Carmen, sita entre las céntricas Plazas de Callao y Sol, a fin de observar de cerca tesoros de la imaginería española, como la sevillana Virgen de Regla, que se exhibe dentro con gran expectación e interés.Es, ciertamente, una oportunidad única de admirar su esmerada talla. De hecho, los madrileños que acuden a estos centros religiosos se muestran encantados porque «la iglesia nunca ha tenido tanta gente joven dentro». «Y vengo hace años», añade una señora que reside en la misma calle.
Mezcolanza de turistas, madrileños y peregrinos
En otro punto de la ciudad, la calle Sarmiento, donde se levanta la catedral castrense, las colas de madrileños, turistas y peregrinos son interminables. Todos quieren ver la llamativa «escolta» que legionarios del tercio Alejandro Farnesio cuarto de Ronda (Málaga) hacen al majestuoso Cristo de Mena cuatro horas al día, entre las 11.00-13.00 y las 18.00-20.00. Cada cuarto de hora, estos soldados se intercambian -armas al hombro- para velar a su Cristo, el de la Legión (protector oficial desde 2002), y no dejarlo solo en «esta pequeña Semana Santa»en que se ha convertido la estancia de las tallas en Madrid, con las que acompañarán al Papa en el Vía Crucis del próximo viernes, nos dice el comandante José Miguel Garcés, del tercio rondeño. «Los legionarios velan a su Cristo siempre con mucho cariño, pero todo esfuerzo nos lo está devolviendo la gente, con su recepción tan calurosa», completa. Emoción a flor de piel en los primeros bancos de la iglesia de las Fuerzas Armadas, donde un grupo de enfermos y discapacitados asisten a este espectacular momento que quizás pensaron no podrían vivir nunca en su ciudad.
«Esta iglesia nunca tuvo tanta gente joven dentro», dice una vecina del Carmen
Gonzalo Ramos, de 19 años, y Carlos Ríos, de 20, llevan apenas unas horas en la capital venidos de Santiago de Chile. Además de observar las maravillas que cobija la capital española, subrayan su «misión» en Madrid: «Vengo a empaparme de Cristo, siento esta primera JMJ como una bendición y como una oportunidad de retribuirles todas las enseñanzas que adquiera a los muchachos con los que trabajo en mi país en catequesis», dice Gonzalo. «¿Qué te movió a desplazarte hasta Madrid?» «La fe es lo que te mueve». Respuesta que algunos llaman «típica» la de Carlos, pero que repiten los hermanos Marcos y Luis Gómez, de Lanzarote, Oliver, de la alemana población de Bochum y Daniel Aláez, llegado de León. Por algo será.
Gonzalo: «Vengo para empaparme de Cristo y retribuírselo a mis jóvenes en Chile»
Una Torre de Babel bailarina
En plena algarabía, responden a la marcha laica: «No lo haríamos»
Estudiante de Periodismo de 22 años, Daniel Velasco se aloja junto a Aitor Miranda y otros 250 peregrinos riojanos en un polideportivo de Leganés y dice que «afortunadamente, en este país hay libertad de expresión». «Ellos no sé, pero nosotros venimos a encontrarnos con el Papa y vivir unos días de fe plena», aclara.
Los que quedan por venir...
Entre oleadas de peregrinos, los técnicos y personal de la organización continúan en Cibeles y el entorno de la Plaza de la Independencia con los preparativos para este jueves, el «día grande» en la capital, cuando Benedicto XVI reciba las llaves de la ciudad y atraviese literalmente la Puerta de Alcalá. Todo está siendo ultimado para que el Papa se dé, luego, un baño de multitudes con los jóvenes de todo el mundo en Cibeles. Será la gran fiesta y ya nos advierten los peregrinos, como los llegados de Tenerife o La Rioja: «Hemos venido 500. Esperamos el triple».
Y el triple, pero de caja, es lo que están facturando establecimientos como las tiendas de helados del centro. Somaira, empleada de la cadena Palazzo, dice que en su turno desde las 7.30 horas de la mañana, un día normal «hace» 200 euros de caja; son las 11.00 horas cuando le preguntamos y acumula 600 euros.
Ni un metro vacío en los jardines de Oriente
Polacos, italianos e iberoamericanos son los grupos más numerosos en otro lugar turístico por excelencia: el Palacio Real y la catedral de La Almudena. Los jardines de Oriente no tienen un solo metro de césped sin un peregrino ávido de sombra y agua, en otro día de sol extasiante en Madrid. Es un encuentro de culturas indescriptible: «¿Parlan español?», pregunta un joven a un puñado de bellísimas italianas, a pesar de que sabía perfectamente la respuesta antes de lanzar la cuestión.
Rotan en un escenario los grupos, los países, melodías e historias
Cada cual busca en sus profundidades las razones para acudir al encuentro con el Papa, que aguarda a la vuelta de la esquina. Y en esta ciudad embriagada de misticismo, se aceptan los matices. Acompañada de un joven de 17 años Manuel Coello, Paula Padrón, de 40, tinerfeños ambos, rebate: «La Iglesia tiene que actualizarse porque vemos a los jóvenes muy alejados de ella. Ser cristiano no significa comulgar con todo lo que dice la Iglesia, yo no estoy de acuerdo, por ejemplo, en lo que dice sobre el uso del preservativo».








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