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Los aficionados al fútbol español temen que el gran comienzo de Real Madrid y FC Barcelona haga más patente la bipolaridad en la que se mueve la Liga. Es habitual oír referencias a la liga escocesa, donde Celtic y Rangers dominan el campeonato. Sin embargo, puede que los ejemplos más parecidos (y que más temor infunden) se encuentren en el baloncesto. Desde hace años las ligas griega y rusa viven bajo la tiranía de dos equipos y, tal es su poderío, que reservan a sus mejores jugadores para atemorizar al Viejo Continente.
El palmarés de la liga griega habla por sí sólo. Los últimos nueve títulos están en las vitrinas del Panathinaikos. De los últimos 14 que se han puesto en juego, sólo uno está en otras manos (en 2002 ganó el AEK). Entre 1993 y 1997, la primacía correspondió al Olympiacos. El binomio dura casi dos décadas, recrudecido desde que en 2004 los hermanos Angelopoulos rescataran al equipo de El Pireo. Desde la 2005-06 no hay otro finalista.
En Grecia la crisis azota con más fuerza que en España. Y el baloncesto se resiente. Sólo dos de los 14 equipos que componen la competición están al día en el pago de salarios y la segunda división ni siquiera es profesional. Aunque los Angelopoulos amenazaron con dejar el Olympiacos por un presunto trato de favor a su eterno rival, seguirán en el baloncesto. Y con ellos el binomio que ha acabado con la emoción de la liga.
Rusia no puede presumir de un torneo doméstico más competitivo. Durante los 19 años que existió la Superliga, sólo dos el campeón no se llamó CSKA. Entre 2007 y 2009 sólo perdió un partido. La superioridad le permitía hacer convocatorias (algo muy poco frecuente en el baloncesto) y dar más descanso a sus estrellas. A cambio, dominaba en la Euroliga con ocho Final Four consecutivas.
Las acusaciones de corrupción a la liga llevaron a los 10 equipos más fuertes a desvincularse y formar un nuevo campeonato, la Liga Profesional de Baloncesto (cuyo presidente es Andrey Vatutin, máximo dirigente del CSKA). Pese a ser un torneo más exigente y contar con una plantilla más limitada que en años anteriores, el club moscovita se coronó campeón de Rusia por novena vez consecutiva. Las últimas cuatro, con el Khimki como rival.
El interés de los campeonatos se reduce a los enfrentamientos directos entre los dos dominadores. Lo mismo que se teme en la liga española.
