En Vídeo
En imágenes
Noticias relacionadas
En el último suspiro España encontró la salvación. Vino de un hecho inesperado, de una tangana monumental producto de la euforia roja y de la frustración chilena, que veía cómo se le escapaba una oportunidad histórica de derrotar a la campeona del mundo. Rozada la contextura de la selección española por los dimes y diretes de los últimos clásicos, madridistas y barcelonistas se habían afanado en decir que pelillos a la mar. Pero pocos lo habían creído y muchos daban más valor a signos orientativos, que no definitivos: que Mata se situase en la rueda de prensa en medio de Busquets y Sergio Ramos, que Casillas no hubiese ido a la cena organizada por Reina. Ni siquiera una foto entre Íker y Xavi abrazados en la víspera del partido diluyó el problema.
Al final lo de la tangana lo arregló de la mejor manea posible. Curiosamente, en la pelea intervinieron dos de los más señalados. Arbeloa es uno de los marcados por el barcelonismo porque dicen que provoca por abajo y que pega como nadie; y Busquets, también marcado, pero por el madridismo, por su teatralidad en cada encuentro entre ambos clubes. Todos son españoles», diría a la postre Del Bosque, feliz por fin y mucho más tranquilo. Incluso los mismos jugadores volvían risueños a la vuelta, como si se hubiesen quitado un pesado lastre de encima. El mismo Iniesta señalaba que «la tangana no unió, escenificó que nos llevamos bien. Hay que dejar de alimentar el debate de que hay mal rollo. Nos defendemos jugando y apoyándonos si hay lío».
Se notó incluso en las relaciones entre los jugadores y el resto de la expedición. En la ida, caras más serias y cada uno en su lado. En la vuelta, quizás porque en Zúrich no hubo bus que les puso directo en el avión, se observó más contacto entre los futbolistas y aficionados y medios de comunicación. Incluso Villar se dejó ver con más fruición que en otras ocasiones departiendo con según qué periodistas.
Para los chilenos todo fue de mal en peor. Cuando llegaron al hotel les esperaban los bomberos. Parecía un incendio pero cuando bajaron del bus la noticia les golpeó duramente: les habían robado en seis de las habitaciones: Orellana, Alexis Sánchez, Medel y Valdivia estaban entre los perjudicados. Ordenadores, dinero, efectos personales, MP4... todo desaparecido. En medio de la confusión, una pregunta anidaba en la mente de todos: ¿Por qué los suizos llaman a los bomberos en un robo en vez de llamar a la policía? Si alguien se pone enfermo, ¿llaman a un arquitecto?
Desgracia chilena
Ellos dijeron que habían sonado las alarmas y que por eso llegaron los bomberos. Las sospechas de los jugadores iban hacia otro chileno. Incluso Medel decía que le había firmado una camiseta. Un vídeo le identificó.
Los de Borghi, ya calientes per se, se pusieron farrucos además. Se encararon con los periodistas que intentaban rodar las escenas de desesperación e incluso el mismo Valdivia desparramó en su twitter: «Después de robarnos en el campo, nos robaron en el hotel. Qué gran vergüenza...».






