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Su paso es firme. Denota seriedad. Pero en su cara se advierte cierta distensión. Se acerca sonriente. Aún en camisa de manga corta.«Quiero pensar que aún no se ha acabado el verano. Las vacaciones han sido tan cortas que puedo decir que prácticamente no he tenido. Pero la situación no era para menos. Había que estar al pie del cañon». Se muestra, sobre todo, optimista de cara al futuro más inmediato. El último acuerdo de consenso entre los dos grandes partidos políticos le ha llenado de satisfacción.
—El pasado viernes, Gobierno y PP llegaron a un pacto histórico de consenso de cara a reformar la Constitución para añadir el límite de déficit y deuda. ¿Podría ser un paso adelante hacia nuevos acuerdos de consenso?
«Hay muchas reformas por hacer porque la situación anterior no va a volver»
—Comienza el nuevo curso político, aunque las vacaciones ni siquiera han cerrado el anterior, ¿qué balance hace de su casi primer año al frente de la patronal?
—Desde mi entrada, el curso ha sido tremendamente intenso. Constantes contactos con políticos y agentes sociales. De esos contactos se ha intentado lograr algún gran pacto, que al final no ha salido, pero no creo que hayamos perdido el tiempo. Sobre la mesa hemos dejado muchos asuntos. De hecho, ha salido un acuerdo muy positivo e importante, el de la reforma de las pensiones, y sobre todo en el momento en el que lo hicimos. Hicimos lo que había que hacer, tanto empresarios como sindicatos.
—Pero con todos los frentes abiertos que hay ¿no echa de menos haber logrado algún acuerdo más?
«El empleo del futuro va a venir del pequeño empresario»
—El tema de los funcionarios es un asunto que siempre conlleva polémica, y cuando le preguntan, parece que sus respuestas dan muchos titulares...
—Lo sé. Pero yo voy a seguir diciendo lo mismo, aunque malinterpreten mis palabras. En España, como en cualquier otro país, hay muchísimos funcionarios y muchos, muy buenos. Especialmente en dos sectores clave de la economía, en Sanidad y en Educación. Hay otros funcionarios, que el problema no es suyo. El problema es que no tienen competencias, porque éstas se han transferido del Estado central a las autonomías. Se han quedado sin trabajo, y por buenos que sean, no tienen nada que hacer. Y cuando esto pasa en el sector privado, pues se pone en evidencia que hay que reestructurar la situación. También digo, aunque siempre se malinterpreta, que creo que es bueno evaluar a los funcionarios y que tendrían que tener una parte de salario fijo, y otra variable, en función de lo que tengan que aportar. Tienen que ser cada vez más parecidos a los trabajadores del sector privado, en todos los aspectos, es decir, en cuanto a pensiones, sanidad, en cuanto a horarios, etcétera. Con las mismas ventajas y los mismos inconvenientes. Ni más, ni menos
—¿Y sobre los políticos?
—Lo he comentado en muchas ocasiones, y también ha sido malinterpretado, pero sigo reafirmándome en mi postura: creo que los políticos españoles deberían ganar más dinero. No es posible que el presidente del Gobierno gane lo que gana. Debería ganar dos o tres veces más. Y los diputados en el Parlamento, también.
—Todo parece indicar que habrá un cambio político en el seno del Gobierno, reforma laboral, negociación colectiva... aún sigue todo patas arriba...
—Ha habido pequeñas pinceladas o avisos de por dónde deben ir cada una de estas reformas, pero han sido insuficientes. Sobre todo en lo que se refiere a la reforma laboral. Vamos a ver si en el futuro somos capaces de convencer tanto a sindicatos como a los partidos políticos de que debemos cambiar de dirección.
—A lo mejor con un nuevo Gobierno...
«Hay grupos de personas con demasiados derechos y otros con ninguno»
—En ese futuro de reformas habría que volver a abrir la de la negociación colectiva...
—Sí, la hemos de volver a abrir. Y no digo abrirla en canal y cambiarla radicalmente, porque eso sería un trauma, pero sí debemos ver la legislación que tenemos hasta la fecha, que nace en el Estatuto de los Trabajadores del año 80, y la que debemos tener a partir de ahora. No estoy diciendo ni mucho menos que por ejemplo a los trabajadores actuales con contratos indefinidos se les cercenen los derechos, no, lo que digo es que a partir de ahora debemos entrar en una nueva etapa, radicalmente distinta a la que hemos tenido hasta ahora, en la que debemos buscar otra fórmulas y vías, que van a ser trabajadores distintos, que deberán adaptarse a la nueva realidad laboral. Las empresas nacen, crecen, muchas fallecen, otras triunfan, pero nada es eterno, ni vitalicio en el mundo, y los empleos, tampoco.
—Lo último de lo último en el mundo es la subida de impuestos a los ricos... ¿estaría dispuesta la CEOE a liderar un movimiento entre grandes empresarios, como se hizo con el tema de la competitividad, pidiendo que se suba la fiscalidad para las rentas más altas, como en Francia y Alemania?
—Bueno, una cosa es que lo digan y otra que la hagan. Los italianos también dijeron que lo harían, y luego lo desdeñaron. Nosotros como empresarios lo que decimos siempre es que cuantos menos impuestos mejor. Lo que también decimos, y lo digo yo personalmente siempre, es que los impuestos crean civilización, pero los impuestos llevados a ciertos extremos, y tenemos ejemplos de muchos países como los nórdicos que han dado marcha atrás, asfixian la economía. En ese asunto tenemos que estudiar hasta dónde somos capaces de llegar y hacia dónde tenemos que ir. Una cosa es la presión fiscal y otra cosa es el esfuerzo fiscal, que es lo que se paga en función de lo que se tiene, y creo que esa es la vía que deberíamos tomar.







